Esta interesante excursión comienza en Tragacete, siguiendo los carteles interpretativos que anuncian la Chorrera y el nacimiento del río Júcar. Ascenderemos por una estrecha carretera local, junto al cauce del río, y transcurridos un par de kilómetros llegaremos al aparcamiento del Paseo del Júcar.
Según rezaba un cartel informativo, la cascada de la Chorrera distaba 500 metros del aparcamiento. Esto nos alentó a cubrir a pie dicha distancia por la carretera, por el tramo conocido como Paseo del Júcar (cuenta con carteles interpretativos cada pocos metros).
Pero la distancia no era correcta. Cubrimos más de 500 metros hasta el inicio de la senda del Molino de la Chorrera, y para llegar a la cascada aún quedaba un buen trecho.
Gracias a las sombras de los árboles el Paseo del Júcar se hizo ameno, disfrutamos con las vistas de este angosto desfiladero por el que fluye el río Júcar.
La senda del Molino de la Chorrera comienza en un tramo muy empinado de la carretera, un cartelito así lo anuncia. Si os acercáis hasta aquí con vuestro vehículo, lo podréis estacionar en la cuneta.
La senda comienza con un suave descenso que concluye en un puentecito de madera bajo el que fluyen las correntosas aguas del río Júcar. A partir de aquí, el camino asciende por la margen izquierda del río.
Cubrimos unos 500 metros por la estrecha senda. Se puede decir que nos dimos un buen baño de bosque, que se amenizó con el borboteo de las aguas del Júcar a nuestros pies.
La senda de la Chorrera del Molino es de fácil ejecución, eso sí, no es apta para carritos de bebé. Al final de la mima llegaréis a la cascada de la Chorrera, originada por el río Júcar. Junto a ella veréis una antigua casa que antaño fue empleada como molino.
Junto a la cascada existe una zona habilitada como mirador, al que se puede llegar a través de una senda botánica. Otra opción, que yo elegí, fue ascender al mirador por la carretera (Paseo del Júcar).
Desde el mirador contemplé el desfiladero del Júcar. Además de sus bosques de pino negral y silvestre, podemos encontrar gran cantidad de vegetación propia de este clima húmedo y frío, como tilos, servales, álamos, fresnos de montaña, quejigos,… y otros como acebos, tejos o arces.
Esta diversidad de caducifolios realza el conjunto natural del desfiladero con un extraordinario colorido, especialmente en primavera y otoño.
La comitiva regresó al aparcamiento y yo, que tenía ganas de caminar un poco más, me aventuré a pie carretera arriba, hasta llegar a la pradera de San Blas.
En la pradera fui testigo de que el Alto Júcar forma parte del privilegiado entorno medioambiental de Cuenca, una de las provincias con mayor masa forestal de España. En un puente que salva las aguas del Júcar, rodeado de cimas que superan los 1.600 metros de altitud, di media vuelta.