El aparcamiento de las Lagunas de Cañada del Hoyo se encuentra a unos 35 kilómetros de Cuenca. Si visitáis primero las Torcas de Palancares, sólo tendréis que cubrir los últimos 10 km, hasta el aparcamiento de las Lagunas, por la carretera local que atraviesa este bello paraje salpicado de pinares.
En el aparcamiento tenéis varios carteles interpretativos con información del Monumento Natural: sobre las lagunas, la fauna, la vegetación... Aquí supimos que sólo se pueden visitar tres lagunas, las más cercanas al aparcamiento: Laguna de la Cruz, el Lagunillo del Tejo y la Laguna del Tejo.
Junto al aparcamiento de las Lagunas, superado un montículo, tenéis la Laguna de la Cruz o de la Gitana, un círculo perfecto de 25 metros de profundidad máxima. Esta laguna contiene una interesante comunidad de organismos acuáticos. Algunos días en verano sus aguas se vuelven blanquecinas por la precipitación de carbonato cálcico.
Esa mañana habíamos visto cómo se forman las torcas o dolinas de colapso en la montaña de Palancares. En Cañada del Hoyo, siete de estas torcas albergan cuerpos de agua permanentes, por lo que también se les denomina lagunas.
Aquí, a diferencia de Palancares, el agua subterránea se infiltra quince kilómetros al norte de estas lagunas, y fluye a través de las fracturas de las rocas carbonatadas, disolviéndolas. Con el paso del tiempo, pueden originarse grandes cavidades subterráneas.
Si el peso de estas cavernas no soporta el peso de las rocas superiores, se produce el hundimiento del mismo. Si este proceso intercepta la superficie, se forma una torca o dolina de paredes abruptas.
Las Lagunas de Cañada del Hoyo y las Torcas de Palancares se han formado sobre calizas cretácicas. Sin embargo, son estructuras recientes, formadas durante los últimos miles de años.
Gran parte de la lluvia que cae en la zona se infiltra a través de las rocas jurásicas y cretácicas. Esta agua no se acumula, sino que discurre por el interior de las rocas, disolviéndolas, hasta surgir por diversas fuentes. Cuando el colapso de una torca alcanza el nivel por el cual discurre el agua, la Torca se inundará, dando lugar a una laguna como las de Cañada del Hoyo.
A sólo cien metros del aparcamiento, siguiendo la amplia senda que discurre por el bosque, alcanzaréis el Lagunillo del Tejo, caracterizado por su densa vegetación acuática en forma de bandas concéntricas.
Os llamará la atención el color verdoso de esta laguna. Y es que el tamaño, la profundidad, la morfología y las condiciones microclimáticas de cada una de las lagunas codicionan el proceso de evaporación, y en consecuencia la composición química del agua.
El Lagunillo del Tejo, como laguna de orden inferior (en tiempos de prolongada sequía puede quedar sin agua) solamente alcanza una profundidad de once metros y un diámetro máximo de 86 metros.
A unos cien metros del Lagunillo del Tejo (a unos 200 metros del aparcamiento), se encuentra la Laguna del Tejo, de 32 metros de profundidad, una de las más grandes de la Reserva Natural.
La Laguna del Tejo se caracteriza por tener unos bordes pedregosos y un perfil cónico, con ejemplares de tejo acompañados de quejigo, majuelo, pino albar y negral en su talud de umbría.
La verticalidad de sus escarpes delata la modernidad de su formación a partir de una dolina kárstica. Por ese motivo sus aguas son ricas en carbonatos y bicarbonatos.
Al igual que sucede en la laguna de la Cruz, sus aguas también están estratificadas, pero en este caso, entre sus estratos sí existe circulación de aguas, interfiriendo de forma continua la temperatura en función de su profundidad.
Las aguas de esta laguna, con escasos días de diferencia con la Laguna de la Cruz, pasan del azulado habitual al blanco lechoso.
En las lagunas de aguas profundas, como en la Laguna del Tejo, se desarrollan ecosistemas poco comunes y muy frágiles, cuya conservación es esencial para mantener el valor paisajístico y ecológico.
Por encima de los tejos, y al pie de la primera escarpa, existe una fuente de rica agua mineral llamada Fuente del Tejo. Los más viejos del lugar dicen que a esta fuente la llamaron "fuente de la salud" por curar las grandes disenterías que se padecían en años anteriores a 1900.
La senda rodea la Laguna del Tejo por la primera escarpa; transcurridos unos metros penetra en la vegetación, no permitiendo avanzar con fluidez. En pleno mes de agosto, tras meses de sequía, apenas manaba agua por la fuente.