Lo primero que uno ve cuando cubre el escaso kilómetro y medio que separa Boí de Taüll es la ejemplar iglesia románica de Sant Climent, construida en el siglo XI o a principios del XII.
Declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad, Sant Climent es el prototipo de iglesia románica de planta basilical, con las tres naves separadas por columnas y cubierta de madera a dos aguas, cabecera con tres ábsides y esbelto campanario de torre.
Sant Climent fue consagrada en el año 1123 y en la actualidad, sin apenas transformaciones significativas, podemos contemplarla en un estado parecido al primitivo.
Sant Climent es el edificio más emblemático y representativo del románico de toda Cataluña. En el conjunto del templo, de una belleza conmovedora, sobresale la majestuosidad de su campanario lombardo, de seis pisos, rematado con una cobertura piramidal.
En el siglo XII los ábsides se decoraron con pinturas murales, de las cuales destaca la representación del Cristo en majestad. Esta pintura, a punto de ser vendida al extranjero, fue retirada en 1919 y trasladada a Barcelona, donde ahora se exhibe en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Otra parte de la pintura no fue retirada y se conserva en las paredes del templo. Desde mediados del siglo XX ha sido objeto de diferentes obras de restauración.
En el altar de la iglesia, a las horas en punto, tiene lugar el Vídeo Mapping, un audiovisual que reproduce el conjunto pictórico completo tal y como era en el año 1123, y que se puede contemplar cómodamente sentado en los bancos del templo.
La presentación audiovisual ayuda al visitante a entender la técnica pitórica de los frescos románicos y a la vez descubre las diferentes representaciones iconográficas que componen esta pintura mural de alta carga artística y religiosa.
En el interior del templo podremos ver diferentes figuras religiosas y retablos, como el de Santa Ana, pintado alrededor del año 1572, del cual sólo se conserva la tabla central; el de San Andrés y el dedicado a Santa María.
La iglesia parroquial de Santa María, del siglo XI, es otro bello ejemplo del románico lombardo que podemos contemplar en Taüll.
Patrimonio Mundial de la Humanidad, la iglesia de Santa María está situada en el centro del pueblo, y es el único templo del valle que ha generado el asentamiento de la población a su alrededor.
La entrada a la iglesia es gratuita. En su interior, entre las recias columnas, podréis ver los frescos que decoran las paredes. Y si sois muy religiosos, también podréis ser partícipes de alguna misa -como la que tuvo lugar minutos después de que entráramos nosotros, y que nos obligó a ahuecar el ala-.
Del interior destaca el ábside central, presidido por la escena de la Epifanía, unas pinturas murales que representan al niño Jesús sentado en el regazo de su madre y a los Reyes Magos en actitud de ofrenda.
Habíamos llegado a Taüll a última hora de la tarde, con la fresca propia que atesoran los altos valles del Pirineo. Una vez nos instalamos en el apartamento y visitamos la iglesia parroquial, deambulamos alegremente por las calles del pueblo, en busca de esos rincones pintorescos que tanto agradan a los que habitamos en grandes ciudades.
Taüll no defraudó mis expectativas. Se trata de un pueblo pequeño de calles y plazas empedradas que exhibe buenos ejemplos de casas tradicionales, de fachadas de piedra o de madera, con grandes portones y con los típicos tejados de pizarra negra.
Todas las calles se organizan en torno a la iglesia y a la plaza de Santa María, que concentra un buen puñado de casonas centenarias. Con la luz de la tarde, mientras las sombras ganaban terreno, las fachadas mostraban sus tonos más cálidos.
Unos metros más abajo de la plaza de Santa María, desde la principal calle que vertebra Taüll, tenéis un magnífico mirador del valle de Sant Martí, con la iglesia de Sant Climent acaparando la atención de propios y extraños.