Un importante legado que no debéis perderos de la antigua Tarraco es la Muralla romana, levantada en el año 200 a.C., lo que a la postre sería la primera base estable de Roma en Hispania.
El acceso a la Muralla es de pago, pero os saldrá más barato si adquirís la Entrada Conjunta Bonificada, que incluye varios recintos. Uno de los principales accesos al recinto amurallado se realiza por el Portal del Roser.
A través del paseo Arqueológico podréis reocrrer el perímetro de la Muralla por su parte exterior. Algunos tramos tienen escaleras y no están adaptados para sillas de ruedas o carritos de bebé.
La Muralla fue levantada coincidiendo con la fundación de Tarraco como un importante enclave militar. La construcción original se realizó con grandes sillares de piedra unidos sin mortero. El muro sorprende por su envergadura: 6 metros de alto por 4 metros de ancho, reforzado con torres y fortines.
A la altura del Fortín Negro, junto a un tramo de la Muralla, se encuentra la placa donde aparece el nombre oficial que los romanos le dieron a Tarragona: Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco. La villa se encontraba entre las mayores ciudades del Imperio Romano.
Tras recorrer unos metros por el paseo Arqueológico alcanzamos la Torre del Paborde o del Arzobispo, construida en la primera fase de la muralla (200 a.C.). Tiene una base de megalitos, hasta los 6 metros de altura, y un segundo cuerpo de sillares, donde habría un cuarto de combate.
En el siglo XII la torre se complementa con una espectacular construcción románica acabada con un cuádruple friso defensivo, formado por una línea de aspilleras, una línea de matacanes y un friso de almenas. Al pie de la torre hay una poterna de época romana que servía para la salida de guerrillas de combate.
![]() Torre del Paborde |
![]() Torre del Paborde |
En la parte interior de la muralla, en época más reciente, se construyó el Arzobispado de Tarragona, un edificio de estilo neoclásico. Llama la atención que para construirlo aprovecharan el muro romano, abriendo algunas ventanas entre las centenarias piedras.
Frente a la Torre del Paborde podéis ver la escultura de Octavio César Augusto, una copia en bronce del origial (que se conserva en los Museos Vaticanos). Fue un regalo del gobierno italiano a la ciudad de Tarragona.
El ameno paseo por la Muralla nos condujo hasta el Centro de Interpretación de las Fortificaciones, cuyo interior acoge una exposición fotográfica permanente del paseo Arqueologico y la Muralla.
En su interior averiguamos que durante la Edad Media las murallas fueron reforzadas y adaptadas con torres de vigilancia adicionales y cañones para proteger a la ciudad en tiempos de inestabilidad.
En el tramo final de nuestro recorrido por la Muralla fuimos a parar a la Torre de Sant Pau, construida durante el siglo II d.C., que cumplía funciones de vigilancia y protección de la ciudad. Por encima de la Muralla podréis ver el tejado de la capilla de Sant Pau.
Salimos del paseo Arqueológico por la Porta del Roser, por donde habíamos entrado una hora antes. Y en la Vía del Imperio Romano, adosada a la Muralla, vimos la medieval Torre del Tintorer, construida en el siglo XIV. Frente a la torre podréis ver una Columna Romana perteneciente al Foro.
Una buena forma de llegar a Tarragona desde Barcelona, al margen del coche, es el tren. Un Regional Exprés nos trasladó desde Sants hasta la vieja estación ferroviaria de Tarragona.
Situada junto al puerto de Tarragona, la estación resultó ideal para acometer las excuriones que llevamos a cabo ese día. Lo que invertimos en el tren nos lo ahorramos en caros aparcamientos de pago.