Colina Lindenhof. Zúrich |
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Opel Vectra. Stein-am-Rhein |
El hotel Fórmula 1 ofrecía un desayuno escaso pero suficiente. Tras sacar el coche de la empresa donde lo aparqué y romper el "aviso de multa" que encontré en el parabrisas, me dirigí al aeropuerto de Zúrich para solucionar el tema del pinchazo (aún circulaba con la rueda de repuesto). El empleado me dijo que me darían otro coche, pero que debía esperar hasta la tarde porque no tenían ninguno disponible. Esto fue lo mejor que nos pudo pasar: visitar Zúrich sin tener que desplazarnos en coche.
Poco antes de las once, montamos en un estupendo Intercity y en diez minutos nos presentamos en la ajetreada estación central de Zúrich. Comenzamos la visita callejeando junto al río Limmat, descubriendo algunos restos de calzada romana, la catedral, el Ayuntamiento y, por último, paseando por la orilla del lago de Zúrich. Más tarde, recorrimos la parte más vieja del casco antiguo bajo una incesante lluvia. Subimos a la colina de Lindenhof, dondo hubo un asentamiento romano, para contemplar las mejores vistas de Zúrich y el río Limmat, y a la hora de almorzar marchamos a la estación de tren, donde abundaban los puestos de comida rápida.
Un rápido tren Intercity nos transportó hasta el aeropuerto en diez minutos. Pasadas las cuatro de la tarde montamos en un nuevo vehículo, un Opel Vectra familiar, y partimos hacia la medieval y amurallada Winterthur, cuyo casco antiguo, convertido en zona peatonal, recorrimos a pie pausadamente. Aparte de sus viejas casas y la muralla, la ciudad destacaba por su Ayuntamiento, un edificio del siglo XVIII de estilo neoclásico.
A las siete de la tarde marchamos hacia el norte del país, al encuentro del río Rin. Nos detuvimos en Schaffhausen, junto a la frontera alemana, con la intención de localizar un hotel o albergue en donde pasar la noche. Pero todo estaba ocupado y las habitaciones que quedaban libres estaban por las nubes. Aprovechamos la ocasión para visitar la ciudad, célebre por su plaza del mercado, por sus casas antiguas y por la catedral.
Schaffhausen |
Schaffhausen |
Según la información que llevábamos, en Rheinfall existía un albergue juvenil (castillo de Laufen), y como teníamos la intención de visitar las cataratas, decidimos probar suerte. Rheinfall se encuentra a 3,5 km al sur de Schaffhausen, en un meandro del río Rin. Al llegar matamos dos pájaros de un tiro: el albergue tenía camas de sobra y desde el patio del castillo, del siglo XIII, se podía acceder a la orilla suiza de la catarata del Rin.
TOPÓNIMO DE RINLa catarata del Rin, o Rheinfall, es un salto de 150 metros de amplitud y 25 metros de alto por el que se suelen despeñar 700.000 litros por segundo, ahí es na. Existen varios miradores para contemplar la cascada, a uno de ellos, el inferior, se accedía por un túnel abierto en la roca. Era imposible hacer fotos, con toda la masa de agua precipitándose frente a nuestras narices, con un sonido ensordecedor.
Un pequeño parque unía los miradores con el albergue Laufen. En una de las sendas había merenderos de piedra, que resultaron ideales para tomar la cena. Cenamos relajadamente, con el rumor de la catarata a nuestras espaldas. El lugar era fascinante. Esa noche, pudimos elegir cama donde dormir de entre una larga litera doble que ocupaba toda la habitación. Apenas había huéspedes.
Al día siguiente, tras tomar un exquisito desayuno en el hotel (estaba incluido en el precio), iniciamos nuestro periplo para remontar el río Rin hasta su nacimiento.
La primera parada, a 19 km. al este de Schaffhausen, la realizamos en Stein-am-Rhein, uno de los pueblos más pintorescos de Suiza, un burgo medieval que gira en torno a la plaza del Ayuntamiento. No os perdáis las fachadas decoradas con pinturas y frescos.
Plaza del Ayuntamiento |
Casas con pinturas |