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 Puente de la Torre |
- Un billete Interrail es ideal para recorrer Gran Bretaña, desde el canal de La Mancha hasta Escocia.
- Varios ferries unen la costa sur de Inglaterra con el continente. En este caso empleamos la ruta clásica: Dover-Calais.
- Si preferís cruzar el canal de la Mancha a toda leche, podéis montar en el tren Eurostar. Con el billete Interrail tendréis descuento.
- Si vais a Londres en agosto, reservad alojamiento con varios días de antelación. Os puede pasar como a nosotros, que todo estaba completo para las tres siguientes noches.
- Reservamos una noche en el albergue juvenil The Generator, en el céntrico barrio de Bloomsbury.
- Podéis hacer uso del Interrail para moveros por los barrios de Londres en trenes de la British Railway.
- En algunos restaurantes de comida rápida (pizzerías), el precio base incluye una bebida e infinitas pizzas, vamos, que puedes comer todas las porciones que quieras hasta reventar.
- Trayecto en trene: De Londres-Charing Cross a Dover.
- Trayecto en barco nocturno: De Dover a Calais.
- Alojamiento: Albergue juvenil The Generator, en Bloomsbury: excelente ubicación, cerca de la calle Oxford y del Museo Británico.
- Lo mejor:
- Los pubs del barrio del Soho.
- Nos movimos en trenes de la British Railway empleando el billete Interrail. - Lo peor:
- No había alojamiento hasta pasados tres días y tuvimos que aplicar el plan B: dormir en el aeropuerto y marchar a Escocia antes de lo previsto.
La segunda parte del Londres Clásico comienza en los barrios del este, desde Holborn hasta la City. En el primero nos acercamos hasta su principal monumento: la iglesia de San Pablo, que destaca por su enorme cúpula, la segunda más grande del mundo (la primera se encuentra en el Vaticano).
Iglesia de San Pablo
Y un poquito más al este, llegamos a la City, el barrio donde los romanos fundaron Londinium. Para ver restos de la muralla romana, además de las joyas de la corona, tendréis que entrar en la Torre de Londres, castillo de planta cuadrada situado en la ribera norte del Támesis. Desde la orilla sur del río tendréis una buena panorámica del edificio.
Torre de Londres
Junto al castillo se encuentra el Puente de la Torre, un puente basculante y colgante, construido entre 1886 y 1894, que cruza el río Támesis y que se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad.
Puente de la Torre
Lo que más me llamó la atención fue su estrechez, tanto de la calzada como de la acera. Resultó un poco agobiante caminar por él entre turistas y partisanos.
Puente de la Torre
Desde el centro del Puente de la Torre, si los transeúntes os lo permiten y la marea está baja, podréis ver el fluir de las aguas del Támesis, con el puente de Southwark al fondo.
Puente de Southwark
Esa tarde, como si se tratara de un obligado punto de encuentro, acudimos al popular Soho, barrio que, en un alto porcentaje, tiene todos sus bajos atestados de tiendas de regalos y pubs.
Barrio del Soho
Y lógicamente, es el lugar ideal para realizar compras y tomar un refrigerio en alguno de sus vistosos y aclamados bares. Porque, no lo neguemos, los británicos tienen un don para decorar estos locales donde las pintas de cerveza corretean por las barras al son que marca la música. ¡¡¡Y qué música!!!
Barrio del Soho
La amplia avenida Whitehall une Westminster con la plaza de Trafalgar. Si camináis por ella, haced un alto en el 10 de Downing Street para ver la casa del primer ministro británico (aunque no tiene mucho interés). En la avenida encontré tres elementos que de alguna manera identifican a Londres: una cabina de teléfonos roja, un taxi negro y un autobús rojo de dos plantas.
Calle Whitehall
Una de las visitas imprescindibles en el Londres más clásico nos lleva al British Museum, una de las galerías de arte más importantes del mundo, cuya entrada principal se hallaba a diez minutos a pie del albergue The Generator.
Entrada al British Museum
Estuvimos en su interior hasta la hora de almorzar, admirando por igual obras robadas, donadas, expoliadas, regaladas... Sus salas más aclamadas son las de Asia y Egipto.
Sala de Egipto. Museo Británico
Y en cualquier visita a Londres que se precie, no se puede dejar de lado a Hyde Park, el principal pulmón verde de la ciudad. En su interior encontraréis lagos, jardines, monumentos y, en una de sus esquinas, el Speaker's Corner, o rincón del orador, utilizado por los partisanos más locuaces para dar discursos y monsergas sobre cualquier tema.
Hyde Park
El tren Eurostar comunica Londres con París por el túnel abierto en el canal de La Mancha. Es la forma más rápida de abandonar Inglaterra, pero nosotros, que viajábamos con Interrail y no queríamos abonar el caro suplemento, optamos por realizar la ruta clásica entre Dover y Calais, a bordo del ferry de toda la vida.
Y así fue como esa noche, partimos de la londinense estación de Charing Cross (plaza de Trafalgar) en un tren regional. Llegamos a medianoche a Dover, en el condado de Kent, donde un autobús nos trasladó al puerto. A la una de la mañana zarpamos en un vetusto ferry hacia Calais, surcando las reposadas aguas del canal de La Mancha a la vieja usanza, y alcanzando las costas francesas también de buena madrugada.
Estación de Charing Cross
El regreso a Barcelona, vía París, no estuvo exento de dificultades. Fue una odisea interrailera que podréis seguir en mi libro "Raíles 3: Un Interrail por Escandinavia y Escocia".
