No podíamos visitar Mérida sin acercarnos a una de sus obras magnas, la presa de Proserpina, sin la cual, la vida en la ciudad romana no habría sido posible. La última mañana en la ciudad cubrimos en coche los escasos 8 km que separan la presa de nuestro hotel.
Proserpina es el embalse artificial de época romana más grande construido en el mundo mediterráneo. Tiene una capacidad de almacenamiento de unos 4 millones de metros cúbicos de agua, aunque esta cifra ha variado a lo largo de los siglos debido a la sedimentación y a otras modificaciones.
El agua del embalse era transportada a Mérida a través del Acueducto de los Milagros, que también es una obra destacada de ingeniería romana. Además del abastecimiento urbano, el agua de la presa se utilizaba para el riego de cultivos en las tierras circundantes.
El embalse de Proserpina es también un lugar popular para actividades recreativas como la natación, el senderismo y el pícnic. Hay instalaciones deportivas y áreas de descanso alrededor del embalse.
La presa de Proserpina fue construida en el siglo I d.C. durante la época romana para suministrar agua a la ciudad de Mérida. Es una de las obras de ingeniería hidráulica romana mejor conservadas de España.
La presa es una construcción de gravedad realizada con opus caementicium (hormigón romano) y revestida con sillares de granito. Tiene una longitud de aproximadamente 427 metros y una altura máxima de 12 metros.
La presa ha sido objeto de diversas restauraciones y trabajos de conservación a lo largo de los siglos, especialmente en la época moderna. A pesar de su antigüedad, se encuentra en un buen estado de conservación y sigue siendo funcional.
La presa es un monumento impresionante de la ingeniería romana que ha perdurado a lo largo de los siglos y sigue siendo un testimonio del ingenio y la habilidad de los romanos en la gestión del agua. Su combinación de valor histórico y belleza natural la convierte en un destino imprescindible para quienes visitan Mérida.