Mausoleo de Aga Jan. Asuán |
Y en cuanto a Asuán:
A primera hora de la mañana partimos de Asuán a bordo de una vieja barca a motor. Dejamos atrás la isla Elefantina para encarar los rápidos de la primera Catarata. En veinte minutos alcanzamos una playa nubia cubierta de fina arena del desierto. Mientras algunos miembros del grupo montaban en camello, nosotros permanecimos en la duna, contemplando el Nilo a la vez que adquiríamos algunas rababas (instrumento de cuerda).
A continuación proseguimos Nilo arriba, hasta alcanzar Nagaa Suhayl, poblado nubio que fuera trasladado a este emplazamiento tras la construcción de la presa de Asuán. Recorrimos a pie el pueblo y visitamos una casa típica nubia. Tomamos té, y en el interior de unas urnas de cristal vimos varias crías de cocodrilo. A mediodía regresamos al Silver Moon a tiempo de almorzar.
Por la tarde, montamos en autobús y nos dirigimos al sureste de Asuán para contemplar la cantera donde se encuentra el obelisco inacabado, un megalito que se fracturó antes de que lo separaran de la roca.
Obelisco inacabado |
Obelisco inacabado |
La siguiente parada, de camino a la presa de Asuán, fue en una joyería especializada en realizar cartuchos de oro y plata. El guía kilani ya había realizado los encargos previamente y, como de costrumbre, pasamos en su interior más tiempo del deseado.
La última visita del día corresponde a la presa de Asuán, de 3.600 metros de largo, 980 de ancho y 111 de alto, que retiene las aguas del Nilo.
Presa de Asuán |
Presa de Asuán |
La presa dio origen al gigantesco lago Nasser, de 480 kilómetros de longitud, que se adentra en Sudán y que, de no ser por la ayuda internacional, habría anegado varios templos egipcios, como el de Filé, Abu Simbel o Kalabsa, que se encuentra en la orilla occidental, junto a la presa.
El segundo día en Asuán, de buena mañana, navegamos otra vez por el Nilo, esta vez en falúa. Durante una hora rodeamos la isla Elefantina, avanzando lentamente, al compás del aire que golpeaba la vela de la embarcación.
A partir de las diez realizamos una visita al centro de Asuán. Pasamos por el mercado, vimos la vieja estación de tren y caminamos por el paseo de la Corniche, que se asoma al Nilo.
Pasamos la tarde sin mucho que hacer, paseando por Asuán y descansando en la terraza del barco, presenciando in situ un atardecer de infarto gracias a los elementos que más se asocian con Egipto: barcas y veleros surcando el azul del Nilo entre tonos ocres del cielo, con el contrapunto que ejercía el inmenso desierto como telón de fondo.
A última hora de la tarde montamos en autobús y nos dirigimos al aeropuerto de Asuán, emplazado al noroeste de la presa de Asuán. Habíamos consumido los cuatro primeros días de viaje, los correspondientes al crucero por el Nilo. El Cairo nos aguardaba.