La ruta comienza en Majaelrayo, tomando la pista de tierra de 20 kilómetros que finaliza en el Centro de Interpretación del Parque Natural Sierra Norte de Guadalajara.
La pista forestal estaba en buen estado, sin socavones, con amplitud suficiente para que pasaran dos vehículos, y lo mejor de todo, era apta para todo tipo de vehículos; eso sí, yo la recorrí a una velocidad media de 50 km/h.
La pista atraviesa la sierra del Ocejón de sur a norte, entre espesos bosques y verdes praderas donde pastan rebaños de vacas. El primer prado que cruzamos fue para atravesar el río Sonsaz, de escaso caudal en verano.
Minutos más tarde, tras sortear nuevos tramos de curvas, alcanzamos una segunda pradera, que me pareció más hermosa que la anterior. Habíamos llegado al puente de Ciruelos, el punto donde el río de la Hoz recibe las aguas del río Lillas.
Conviene detenerse en la cuneta para contemplar el río de la Hoz y el puente de Ciruelos, construido con pizarra negra. En la pradera veréis muchas vacas pastando, y si os fijáis en los pinares, sobre todo a primera hora de la mañana, podréis avistar algún que otro corzo.
Los 20 kilómetros de la pista de tierra concluyen en el Centro de Interpretación del Parque Natural Sierra Norte de Guadalajara, que aloja el Hayedo de la Tejera Negra.
Como cabía esperar por tratarse del mes de agosto, la caseta estaba cerrada y para informarnos tuvimos que echar mano de los carteles interpretativos.
Visitar la reserva natural en verano tiene el aliciente de que apenas encontraréis visitantes y, además, podréis estacionar cómodamente los vehículos en el aparcamiento ubicado junto al río Lillas, una vez hayáis cubierto los ocho kilómetros por pista de tierra que lo separan del Centro de Interpretación.
Varias sendas de diferente longitud y dificultad recorren el Parque Natural. Muchas de ellas tienen su inicio en el aparcamiento: senda del Robledal (17 km), senda del río Zarzas (21 km), senda de Carretas (6 km), etc.
En nuestro caso, elegimos la senda de las Carretas, la más fácil para realizar con niños pequeños, que sigue el río Lillas hasta el hayedo de la Tejera Negra por prados atestados de vacas pastando. Por cierto, en algunos tramos del valle, el río desaparece porque fluye de forma subterránea.
El Hayedo de la Tejera Negra es el más meridional de Europa. Cuenta con espectaculares masas de hayas ocupando las vertientes de apartadas montañas, si bien, como pudimos comprobar esa mañana, su acceso es fácil, apto para pequeños y mayores.
No completamos los 6 kilómetros de longitud que tiene la senda en sentido circular. Regresamos al aparcamiento una vez avistamos las hayas y nos refrescamos los pies en el río Lillas.
Salimos del Parque Natural en dirección a Cantalojas, el pueblo más próximo a este espacio protegido (sólo dista dos kilómetros del Centro de Interpretación). La villa posee calles, plazas y casonas típicamente serranas, además de idílicas praderas repletas de ovejas pastando junto al río Lillas.
Sólo vimos un restaurante abierto, El Hayedo de Cantalojas, y no dudamos en abordarlo. El menú diario (en agosto) costaba 12€. Los platos de ternera, como cabía esperar en una zona de alta montaña repleta de vacas y buenos pastos, resultaron exquisitos, aunque las raciones eran un pelín justas.