No movimos el coche cuando regresamos del castro Puig Rom por el carril Ausias March. Avanzamos unos metros por la carretera de la Cala Montjoi, hasta el inicio de la senda que conduce al dolmen Creu de la Cobertella.
Desde la senda pudimos avistar el recién visitado castro visigodo del Puig Rom, que se encuentra en lo alto de un cerro al sur de Roses (230 metros de altitud).
Tras cubrir unos diez minutos de subida por la senda alcanzamos el dolmen Creu de la Cobertella, uno de los monumentos prehistóricos más grandes y mejor conservados de Cataluña.
El dolmen fue construido con siete grandes bloques de piedra colocados verticalmente y una losa de cubierta de más de 18 toneladas. El interior aloja una cámara funeraria de unos cinco metros de longitud cubierta por la mencionada losa. Se cree que fue utilizado como tumba colectiva durante el Neolítico, alrededor del 3000 a.C.
El dolmen de la Cobertella es el primero, y más fácil de ver, de todos los monumentos que existen en la ladera de la montaña. Para ver el resto, (Casa Cremada), deberéis seguir las indicaciones y caminar por una senda desprovista de árboles que den sombra.
La senda siempre asciende por la montaña, entre pinares y almendros. Si vais a mediodía, como fue nuestro caso, debéis protegeros con una gorra y gafas de sol, y portar botellas de agua. Como recompensa al esfuerzo, en algunos tramos del recorrido pudimos ver la bahía de Roses, abrazada por el azul intenso del mar.
Si seguís las indicaciones oportunas, llegaréis a la zona donde se localizan los megalitos de la Casa Cremada. Imagino que se llaman así por el incendio que quemó una casa medio escondida en la montaña.
El megalito que queda más próximo a la senda es el menhir de la Casa Cremada II, una piedra vertical que probablemente formaba parte de un complejo ritual o funerario.
A unos metros por encima del menhir veréis el dolmen de la Casa Cremada, que se encuentra muy deteriorado. A falta de una excavación arqueológica, no se tiene claro si era un dolmen con corredor.
Tras completar las excursiones al Castro Visigodo y a los megalitos, quisimos darnos un homenaje en forma de refrescante baño. Y ya que estábamos en la carretera de la Cala Montjoi, decidimos acercarnos a esta playa enclavada en pleno litoral del cabo de Creus.
En la ruta hacia Montjoi pasamos junto a la Torre del Sastre, una estructura de piedra de planta cuadrada (levantada en los siglos XVI o XVII) que en la actualidad forma parte de una casa privada.
Unos metros más adelante nos detuvimos en el Mirador Falconera, una privilegiada atalaya situada varios metros por encima de la Punta Falconera, que nos brindó buenas vistas de la costa y del cabo de Creus.
La carretera asfaltada concluye en Cala Montjoi, un magnífico rincón del cabo de Creus donde el color azul de las aguas cristalinas de la pedregosa playa rivalizan en esplendor con el verdor que exhiben los pinares que la rodean.
Se trataba de un lugar magnífico, con escasos bañistas, salpicado de pequeñas barcas que se mecían al son que marcaba las fuertes rachas de viento que se levantaban de vez en cuando (en una de ellas nuestra sombrilla acabó en el agua).
No me extraña que el chef Ferran Adrià levantara aquí El Bulli, su famoso restaurante. El edificio se encuentra junto al mar, en la entrada a la cala por la carretera.
Roses, con aproximadamente un 60% de su término municipal incluido en el Parque Natural Cabo de Creus, ofrece una amplia gama de paisajes en un entorno natural excepcional.