Esta etapa por la capital cordobesa transcurre por ambas orillas del río Guadalquivir, a la altura del Puente Romano. Comienza frente al imponente edificio del Alcázar de los Reyes Cristianos, remontando el río en dirección al Molino de la Albolafia.
El Molino de la Albolafia, junto a los molinos de Enmendio, de Pápalo y San Antonio, son edificaciones fluviales que contribuyeron al esplendor de la ciudad medieval de los Omeyas.
La Puerta del Puente es una de las tres únicas puertas históricas que se conservan de la ciudad, junto a la Puerta de Almodóvar y la Puerta de Sevilla.
Construida en el siglo XVI en estilo renacentista para conmemorar la celebración de las Cortes por el monarca Felipe II en la ciudad, la actual puerta se sitúa en un enclave donde antaño también se localizaron puertas romanas, uniendo la ciudad con el Puente Romano y la Vía Augusta, así como musulmanas.
El Puente Romano, levantado en el siglo I antes de Cristo, ha sufrido varias remodelaciones a lo largo de la historia. La estructura principal data del medievo, siendo la intervención más reciente la de 1876.
Desde el vano del puente tendréis una fantástica vista panorámica de la fachada sur de la Mezquita-Catedral y de los edificios que la rodean, correspondientes al barrio de la Judería, y seréis testigos del fluir de las aguas del Guadalquivir.
El Puente Romano y la hilera de molinos conforman un enclave histórico y paisajístico que caracteriza con especial singularidad este tramo del río.
Estas edificaciones (en total hay once entre aceñas y batanes), son una muestra de la arquitectura preindustrial en un entorno de especial interés paisajístico. Han estado funcionando durante siglos, como molinos harineros, batanes, fábricas de papel, trapos y tintes, e incluso para obtener agua.
A lo largo del azud se encuentran cuatro molinos: San Antonio, Pápalo, Enmedio y Albolaifa. Posiblemente, la presa y los molinos sean una construcción tardorromana, pues se encuentran citas en documentos árabes desde el siglo VIII.
En el centro del antepecho del puente se erige una escultura de San Rafael, obra del siglo XVI, realizada por Bernabé Gómez del Río.
Una vez completéis los 331 metros de longitud que tiene el Puente Romano, alcanzaréis la cara norte de la Torre de la Calahorra, enclave de control y defensa desde la antigüedad, mencionada en alguna fuente árabe sobre al-Andalus, y en numerosas referencias históricas desde la conquista cristiana de Córdoba hasta la actualidad.
La arquitectura de la torre refleja sus sucesivas remodelaciones. El arco de herradura funcionaría como puerta anexa al puente, y su recinto rectangular flanqueado por torres se reforzaría en el siglo XII.
A principios del siglo XX la Torre de la Calahorra fue declarada monumento histórico artístico. Tras variados usos, en la actualidad acoge el Museo Vivo de al-Andalus, sobre la convivencia entre las culturas judía, cristiana y musulmana.
Desde la orilla sur del río, a ambos lados de la torre (no es necesario subir al mirador) tendréis fantásticas vistas panorámicas de la ciudad de Córdoba, con el Guadalquivir en primer término y el Puente Romano uniendo ambas orillas.