Ushuaia |
El centro de Ushuaia se visita en un periquete. La calle principal, avenida San Martín, recorre la ciudad de este a oeste y concentra los principales comercios y restaurantes. Al sur se encuentra el puerto deportivo, desde el que se obtienen magníficas vistas del municipio, con sus casas de colores desparramadas por la colina.
Tuvimos suerte durante los dos días que estuvimos en Ushuaia. No se nubló, no nevó, el sol lució en lo alto y el frío fue soportable, con temperaturas altas, anormales para la época del año, como nos reveló el taxista que nos llevó a la bahía Lapataia.
Ushuaia se ve muy bien desde la zona portuaria. Un recorrido por la ciudad debe incluir el puerto. Esto es un resumen de lo que podéis ver o hacer en la zona portuaria:
Al sur y este de Ushuaia, en la parte argentina del canal Beagle, se encuentran algunos islotes de poca monta que sin embargo rebosan de vida gracias a una rica fauna autóctona de leones marinos, pingüinos y cormoranes. Y la única forma de contemplarlos es a bordo de un veloz catamarán.
Zarpamos de Ushuaia a las cinco de la tarde, en el interior de un moderno catamarán de la compañía Canoero, iniciando así una singladura de 170 km (i/v) por el canal Beagle. A bordo disponíamos de cómodos sillones con mesa, de un servicio de cafetería gratuito y de una joven guía que nos informaba. Desde la bahía, Ushuaia se reveló espléndida, con sus casitas de colores y una ristra de montañas nevadas al fondo.
Isla Lobos: leones marinos |
A los quince minutos de navegación llegamos a la isla Lobos, una pequeña y alargada masa rocosa que apeanas sobresalía del agua y que estaba habitada por leones marinos y cormoranes, una especie de pingüinos voladores. Con el motor del catamarán apagado pudimos escuchar mejor los graznidos que emitían los animales, que a esas horas de la tarde intentaban acaparar los últimos rayos de sol.
Hacia el este, separada de isla Lobos por un amplio canal, rodeamos el diminuto promontorio rocoso sobre el que se asienta el faro de Les Eclaireurs o del Fin del Mundo, pintado en colores rojo y blanco, uno de los símbolos de Ushuaia. |
Continuamos hacia el este por el centro del canal Beagle, encajonados entre las islas Navarino y Tierra del Fuego, o lo que es lo mismo, entre Chile y Argentina. Desde la popa del barco contemplamos la población de Puerto Williams, en Navarino, de unos 2.500 habitantes y considerada por los chilenos como la ciudad más austral del mundo. Sin embargo, Puerto Williams no es más que un asentamiento militar y no se puede considerar una población como tal.
En la boca este del canal alcanzamos la pequeña isla Pingüinera o isla Martillo, llamada así por su curiosa forma. El barco apagó los motores y hundió la proa en una playa pedregosa habitada por dos tipos de pingüinos magallánicos: el pingüino de Magallanes, más abundante, y el pingüino Papúa, de pico rojo, más escaso (sólo vimos dos ejemplares) y más grande que su primo. Todos los pasajeros nos agolpamos junto a la barandilla de la cubierta para contemplar a los pasivos animalitos.
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Pingüino Papúa |
Durante el viaje de vuelta nos sirvieron de nuevo té, café, mate y pastas, y también nos pusieron un sello en el pasaporte que simbolizaba nuestra navegación por el canal Beagle. Arribamos a Ushuaia a las nueve de la noche, cuando casi había anochecido.
El día siguiente lo pasamos en Ushuaia, realizando compras y echando un vistazo a los restaurantes de moda, cuyas vitrinas exponían corderos asados, abiertos en cruz y ensartados en palos de madera. Este era el reclamo para captar comensales, y nosotros picamos en el anzuelo. Nos pusimos las botas de comer cordero en uno de esos restaurantes que abundaban por la avenida San Martín. Fue nuestro último gran festín en la Patagonia.
A las cuatro de la tarde, un taxi nos condujo al aeropuerto, que estaba siendo azotado por un fuerte aguacero. El edificio principal estaba en obras y un poco patas arriba; aun así, pudimos apreciar su bonito y amplio tejado, construido a dos aguas y sostenido por gigantescos tablones de madera.
A media tarde despegamos rumbo a Buenos Aires. Desde el aire avisté la chilena isla de Navarino, así como otros islotes medio nevados que custodiaban el mítico Cabo de Hornos.
Isla Navarino (Chile) |
Islas de Chile |