Si os movéis en vehículo entre Briones y San Vicente por la carretera LR-210, antes de cruzar el puente del Ebro, disfrutaréis de la bucólica imagen del Castillo de San Vicente, encaramdo en lo alto del cerro que dio origen al topónimo "Vicente".
Esa tarde, el cerro sobre el que se asienta San Vicente y su Castillo tenía como telón de fondo una espesa capa de nubes que caían en cascada desde la cercana sierra de Cantabria. La piedra de la iglesia de Santa María destacaba aún más en ese maravilloso marco.
La subida a pie al Castillo desde San Vicente se puede realizar por la calle Zumalacárregui o por la calle Fortaleza. Nosotros elegimos la segunda, pues veníamos de visitar las casas solariegas de la avenida de La Rioja.
Llegados al recinto amurallado, a los pies de la Torre del Reloj, descubrimos la Pasarela Panorámica, un magnífico mirador que se asoma al lado norte de la atalaya.
La pasarela metálica cuelga sobre la calle Carnicerías y brinda una fabulosa vista de los viñedos riojanos y la sierra de Cantabria, con sus crestas ocultas en la persistente capa de nubes. A modo de broma, pensé que al otro lado de la sierra se hallaba "El mundo perdido" de Arthur Conan Doyle.
Desde la calle Fortaleza, por medio de unas escaleritas de madera, se accede al sector norte del recinto amurallado del Castillo. Este tramo atraviesa una zona de hierba, por lo que se aconseja llevar calzado cómodo.
El paseo vespertino por la muralla norte del Castillo nos deparó buenas vistas del centro histórico de San Vicente y sus aledaños. Me pareció un lugar maravilloso, entre viñedos y montañas.
El principal acceso al Castillo desde San Vicente se realiza por la travesía de Zumalacárregui, que está trazada junto a la atalaya que mira al río Ebro.
El Castillo ha sido testigo de numerosos conflictos a lo largo de su historia, incluyendo las luchas entre los reinos de Castilla y Navarra.
En 1387, Juan II, rey de Castilla, devolvió el castillo de San Vicente junto con los demás al futuro rey de Navarra Carlos III el Noble. Su reinado estuvo marcado por un periodo de paz.
En la travesía de Zumalacárregui, antes de cruzar la muralla, tenéis un magnífico mirador del valle del río Ebro, con el Puente medieval a vuestros pies, frontera en otro tiempo entre La Rioja y Navarra. La vista es una de las más bellas de La Rioja.
Desde el mirador se pueden contemplar las cumbres de la sierra de Cantabria al norte hasta las de la sierra de la Demanda al sur (en medio está "Larrioja"). Al otro lado del Ebro se sitúa Briones, que en la Edad Media fue una villa castellana separada de Navarra.
En el patio de armas del castillo se alza la imponente iglesia de Santa María la Mayor, levantada en el primer tercio del siglo XVI, en estilo gótico tardío, con piedra sillería del lugar.
La torre de la iglesia es de caras asimétricas y como punto más alto, da un perfil característico a San Vicente. El interior de la iglesia, que no pudimos ver por estar cerrada, tiene una nave de cuatro tramos con capillas poco profundas.
![]() Iglesia de Santa María |
![]() Iglesia de Santa María |
Junto a la iglesia, en un lateral del patio de armas, se alza la pequeña ermita de San Juan de Arriba, una de las construcciones góticas más antiguas de La Rioja.
Se atribuye su construcción a Don Diego López de Ábalos, alcaide del castillo y gobernador de San Vicente en 1385, quien fue enterrado en ella. Sin embargo, las características arquitectónicas del templo sugieren un origen anterior, posiblemente de comienzos del siglo XIII.
Aunque ha sufrido varias reformas y ampliaciones a lo largo de los siglos, el Castillo conserva muchos de sus elementos originales, como la muralla y la Torre del Homenaje, que destaca en el centro del recinto.
No me esperaba que la puerta de la Torre del Homenaje estuviera abierta. El acceso al interior era libre. Me asomé y descubrí una escalera metálica circular que alcanzaba la azotea.
Me encaramé por las escaleras hasta lo más alto de la torre. Sus cuatro muros me permitieron contemplar buena parte de los campos de La Rioja a vista de pájaro, con el río Ebro por un lado y la sierra de Cantabria por el otro. Fue alucinante.
En el recinto amurallado del Castillo, en un plano inferior al de la Torre del Homenaje, se alza la Torre del Reloj, de planta cuadrada y cuatro niveles. En su nivel superior alberga un reloj mecánico fabricado en 1675.
Originalmente fue concebida como una torre albarrana —es decir, una torre independiente de la muralla principal—, y formaba parte del tercer recinto defensivo del Castillo.