Río Oñar desde el puente de Piedra |
El viaje a Gerona comienza en la estación de Renfe de Cornellá. Un Cercanías nos condujo en diez minutos hasta la barcelonesa estación de Sants y a las 8'45 partimos hacia Gerona a bordo de un Regional.
Estación de Cornellá |
Estación de Sants |
Viajamos a Gerona vía Sant Celoni, cómodamente sentados, y sólo hubo un contratiempo: el revisor nos hizo pagar el billete de nuestra hija. "En Cataluña, a diferencia del resto de España, los niños de cuatro años deben pagar billete. Son cosas de la Generalitat", nos dijo el hombre en varias ocasiones y en voz alta, para que todo el mundo pudiera oírle bien. Sin más contratiempos, llegamos a Gerona a las 10'20, a la hora prevista.
El centro histórico de Gerona está muy cerca de la estación de tren. Tardamos quince minutos en recorrer a pie la corta distancina que separa el edificio ferroviario del puente de Piedra, la puerta de entrada al núcleo histórico.
Construido sobre el río Oñar en 1856, bajo reinado de Isabel II, el puente de Piedra ofrece una de las estampas más bonitas de Gerona: las fachadas de origen medieval, en tonos pastel, que jalonan la orilla del río. Un paseo por la animada y porticada rambla de la Llibertat nos acercó a otros dos puentes: el de las Peixateries Velles y el de Sant Feliu.
Cerca del puente de Sant Feliu se levanta la iglesia de Sant Feliu (siglos XIII-XVI), caracterizada por su alta torre. Junto a las escalinatas de la fachada principal se encuentra La Lleona, un pequeño monumento que también se asocia con la imagen de la ciudad. En la parte alta de la iglesia vimos un tramo de la muralla romana.
Junto a la muralla romana se encuentran los Baños Árabes, edificio románico del siglo XII inspirado en las termas o baños públicos romanos. La entrada costó 2€ y valió la pena. En su interior vimos diferentes salas: el vestuario o apoditerio, con su piscina octogonal envuelta de columnas con capiteles; el frigidario o sala fría, el tepidario o sala tibia y el caldario o sala caliente; todo en buen estado de conservación. Unas escaleras que conducían a la azotea nos permitió disfrutar de unas magníficas vistas de Gerona.
La segunda parte de la visita a Gerona comienza en el valle de Sant Daniel. En la parte baja del valle, muy cerca de los Baños Árabes, se localizan la iglesia de Sant Nicolau, un templo románico lombardo del siglo XII, y el monasterio de Sant Pere de Galligants, que acoge el museo de Arqueología (4€, que no visitamos).
La siguiente etapa nos llevó al corazón de la Ciudad Vieja. Cruzamos la muralla romana a la altura de los Baños Árabes y fuimos a parar a las empinadas escalinatas que conducen a la catedral de Gerona, que por supuesto subimos. Dejamos atrás la plaza de la Catedral y en los jardines de la Francesa iniciamos una caminata por la parte superior de la muralla Carolingia. En los jardines de los Alemanes (unión de las murallas Carolingia y Medieval), debido a la muchedumbre que se agolpaba, finalizamos la caminata.
Pusimos la guinda a nuestro paso por el casco antiguo, penetrando en el barrio judío o Call, compuesto por empinadas y angostas callejuelas que en época medieval dieron albergue a una dilatada comunidad judía. Recorrimos Sant Llorenç, una de las calles más representativas de la judería, y luego nos desplazamos hasta las escalinatas de Sant Martí, para admirar el palacio de de los Agullana, una mansión noble de los siglos XIV-XVII.