Estación de Cerbere |
No teníamos prisa en acceder a Francia. Todavía no había entrado el horario de invierno (anochecía a las siete), y por eso decidimos tomar un tentempié en Portbou, la población que tantas veces me había catapultado al corazón de Europa a lo largo de mis cuatro interrailes. Es por eso que le tengo un especial apego. Cerca de la playa encontraréis algunos locales donde poder desayunar.
Una loma pelada, un viejo cartel anunciando France, un puesto fronterizo un tanto desvencijado y dos gendarmes motorizados nos dieron la bienvenida al país galo. El final de la N-260 (la Nacional de los Pirineos) quedó atrás.
Al iniciar el descenso por territorio francés, en un claro que se abrió a la izquierda en la carretera, pude avistar la ferroviaria estación de Cerbere.
Esa vieja estación me proporcionó muchas emociones y alegrías en el pasado, pues fue el inicio de mis
Pasado Cerbere (Cervera de la Marenda en catalán) seguimos el trazado serpenteante de la carretera D914, que discurre entre la montaña de Alberes y el mar. En la parte baja de estas montañas vimos viñas, muchas de ellas sembradas en lugares de muy difícil acceso.
En un tramo de la carretera que se arrimaba a la costa apareció el mirador del Cabo Rederís, un buen lugar para contemplar la rocosa costa Vermella. En el mirador, en improvisadas casetas, los amantes del buen vino podréis adquirir algunas botellas procedentes de bodegas de la zona.
Seguimos el trazado de la D914, hasta alcanzar Banyuls sur Mer (Banyuls de la Marenda en catalán), villa marinera donde volvimos a detenernos. Estacionamos los vehículos a la entrada del pueblo, junto al puerto, y nos movimos a pie hasta el centro.
El paseo marítimo, sembrado de pequeñas estatuas y esculturas, nos catapultó hasta el Ayuntamiento y la playa de Fontaulé.
A la altura de la playa no sumergimos en la peatonal calle de Saint Pierre, principal eje que vertebra en dos el antiguo núcleo de la villa. Vimos casas centenarias, con sus bajos ocupados por puestos de fruta y tiendas de vino, y al otro lado de la playa, en la calle Aristide Maillol, descubrimos pintorescos rincones.
Calle Saint Pierre. Banyuls |
Calle Maillol. Banyuls |
En Francia se almuerza pronto. Era la una del mediodía y no quisimos demorarnos. En el paseo marítimo, entre el puerto y un pequeño parque infantil, dimos con el restaurante La Ganotte, especializado en hamburguesas, bocadillos, platos de calamares y de marisco. Buena relación calidad-precio y correcta atención en catalán y castellano.