Seydisfjördur |
Y en cuanto a las carreteras, he aquí algunos consejos:
|
Toyota Corolla |
La jornada comenzó en Höfn, avanzando en dirección este por la carretera circular hacia un territorio dominado por largos fiordos. El primer tramo, no obstante, transcurrió por las marismas de Lón, una zona protegida de 320 km2 de extensión.
A continuación sorteamos, por pista de tierra, una zona de altos acantilados azotada por el viento conocida como Djúpavogshreppur. Al final de la misma, circulando ya por carretera asfaltada, alcanzamos Djúpivogur, un asentamiento de pescadores ubicado en la entrada del Berufjördur, uno de los grandes fiordos de la costa oriental.
Rodeando el extenso Berufjördur dimos por iniciado nuestro periplo por la costa oriental islandesa, una vasta región de escasa población y, como pudimos comprobar circulando por la carretera 1, sin apenas turistas. Breidalsvik, por ejemplo, fue uno de esos lugares especiales que aparecieron ante nuestros ojos. Se trataba de un pueblo pesquero ubicado en el valle más amplio de Islandia. Otro lugar de singular belleza fue Stödvarfjördur, aldea diseminada entre el fiordo y una pradera verde por la que fluían varios torrentes de agua.
La siguiente parada en la ruta correspondió a Fáskrúdsfjördur, villa asentada en la cabecera del fiordo homónimo y que a nosotros nos vino bien para almorzar al aire libre. En el siglo XVIII se asentaron en ella pescadores franceses y por eso, como pudimos comprobar dando un garbeo por la villa, los nombres de las calles estaban escritos en francés.
Abandonamos la costa de los fiordos tras dejar atrás el Reydarfjördur, uno de los fiordos más largos y bonitos de la zona. Una alta cascada ubicada en la cabecera del fiordo puso la guinda a esta fascinante jornada fiordera.
Al otro lado del largo túnel fuimos a dar con el río Lagarfljót y el lago Lögurinn, de aguas gélidas procedentes del glaciar Vatnajökull, cuyas laderas están pobladas por el único bosque de Islandia.
En la orilla occidental nos aupamos hasta Hengifoss, la segunda catarata más alta de Islandia, con 120 metros de caída. Al inicio del lago también visitamos Skriduklaustur, emplazamiento de un monasterio del siglo XVI y hogar del escritor islandés Gunnar Gunnarson.
Recorrimos por pista de tierra los 38 kilómetros de longitud del lago Lögurinn y en Egilsstadir, la ciudad más importante del este de Islandia, tomamos la carretera 93 en dirección a la costa oriental.
La ruta salvaba un altiplano helado de gran belleza, repleto de neveros y de correntosos riachuelos. Al otro lado del manto blanco el valle se abrió y ya pudimos avistar el fiordo de Seydis. Iniciamos un vertiginoso descenso junto al río Fjardarsel, de aguas bravas y cristalinas. Nos detuvimos junto a la cascada Gufufoss, cuyas aguas formaban un pequeño arcoiris.
Tras un vertiginoso descenso por la ladera de la montaña, alcanzamos Seydisfjördur, población asentada al final de un largo fiordo que posee un importante puerto (aquí llegan los barcos procedentes del resto de Europa). El entorno montañoso y sus casas de múltiples colores, convierten a Seydisfjördur en uno de los pueblos más encantadores de Islandia. Con la localización del albergue juvenil Hafaldan dimos por concluida esta interesante jornada.