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![]() Santuario de Artemisa Brauronia |
Una carretera sinuosa y estrecha parte de Sunio hacia el norte de Ática bordeando la costa del mar Egeo. A falta de un buen GPS nos perdimos, y tuvimos que dar varias vueltas hasta llegar al aparcamiento del santuario de Artemisa Brauronia.
El santuario se encuentra en una marisma, con mucha presencia de agua y de vegetación, hábitat de muchas especies de aves. De hecho, en la senda que unía el aparcamiento con el templo pudimos ver carteles anunciando la reserva avícola.
Como ya era constumbre en este viaje, no había nadie en el santuario de Artemisa cuando entramos nosotros. La entrada costaba 3€ (reducida) e incluía la visita al Museo Arqueológico de Braurón.
Del templo dórico de Artemisa, dedicado a Artemisa -diosa del parto y la caza-, cabe decir que pertenece al siglo V a.C., y es, lógicamente, el edificio más importante del santuario.
Alrededor del altar, situado delante del templo, se desarrollaban las danzas rituales de las niñas, como lo muestran las figuras de una cráteras del siglo V a.C.
Los relieves del friso representan a Artemisa como la antigua señora ancestral de los animales, divinidad femenina de la naturaleza, de la fecundidad, de la vida y de la muerte. Se le ofrecían toros y cabras en sacrificio.
Antiguamente, en la época de esplendor del santuario de Artemisa, se accedía al recinto por un puente de piedra sobre el río Erasino. Se trata del único puente que aún permanece de la Grecia clásica.
Parece ser que este templo sucedió a un templo anterior que estaba situado en el lugar donde ahora se alza la iglesia de San Jorge, del siglo XV, que pertenece a la época bizantina.
A la entrada del santuario, mostrando vuestro tíquet, podréis visitar el
Cerca del año 300 a.C. se produjo una gran inundación procedente del río Erasino que enterró parte del santuario; por ello se conservaron muchos objetos de madera que en condiciones normales habrían desaparecido.
Fue fácil salir del templo y avanzar hacia el norte por la carretera de la costa (no nos perdimos). Buscábamos un lugar donde almorzar, y no nos costó mucho. Dejamos atrás la villa de Braurón, una sucesión de casas desparramadas a ambos lados de la calzada, y llegados a Artemis, dimos con el restaurante Arhontikon.
Ubicado en la playa de Artemis, el local ofrecía buenos platos de comida griega. Elegimos souvlaki y sardinas asadas. El entrante y el postre estaban incluidos en el menú de 9€.