Esta excursión a los Picos de Europa nos obligó a levantarnos temprano para poder estacionar el coche en el minúsculo aparcamiento ubicado en Poncebos, junto al funicular de Bulnes.
El funicular de Bulnes es el único acceso a este minúsculo pueblo enclavado en el corazón del Parque Nacional de los Picos de Europa. (Existe un sendero a pie alternativo entre Poncebos y Bulnes por el valle de Tejo —GR-203—).
El funicular salva más de 400 metros de desnivel en siete minutos, nada que ver con la ruta alternativa. Una única vagoneta fue suficiente para transportar a todos los viajeros.
Cuando salimos al exterior y observé el panorama, me pareció haber penetrado en "El Mundo Perdido" de Arthur Conan Doyle. Nos faltó ver algún especimen raro entre las nubes bajas que cubrían el monte, pero sólo vimos turistas portando mochilas.
El funicular te deja a las afueras del pueblo. La senda GR-203, la que viene de Poncebos, nos condujo en diez minutos hasta las primeras casas de la Villa de Bulnes, entre las que se encuentra la ermita Virgen de las Nieves, de reducidas dimensiones.
Unos metros más adelante accedimos al núcleo principal de La Villa, la más turística de Bulnes. Asentada en la parte baja, a 650 metros de altura, llama la atención el puente sobre el correntoso río Tejo, de aguas cristalinas.
Tradicionalmente, sus vecinos han vivido de la ganadería y la elaboración del queso de Cabrales, pero actualmente es un importante centro turístico fundamentalmente de practicantes del montañismo o de amantes de la naturaleza.
La Villa está rodeada por imponentes paredes calizas, a los pies del emblemático pico Urriellu (Naranjo de Bulnes). Esa mañana de agosto, las nubes bajas que se pegaban a los picos le daban un toque exótico al pueblo. No quise imaginar cómo sería este lugar en invierno.
Bulnes es el inicio de interesantes sendas que conducen a altos picos, praderas, pueblos y magníficos miradores, como el de Urriellu o del Naranjo de Bulnes, nuestro primer objetivo del día en la zona.
La senda GR-202 o de la "Reconquista" remonta el cauce del río Tejo en dirección este. Une La Villa con el collado de Pandébano, situado en un llano a caballo entre las cuencas del río Tejo y Duje, o lo que es lo mismo, entre Bulnes y Sotres.
En días despejados vale la pena acometer esta senda hasta Pandébano, pero en días nublados vale más no aventurarse. Nosotros nos quedamos en el Mirador de Urriellu, situado a 10 minutos de Bulnes.
Los primeros metros de la senda Reconquista no son complicados, no hay mucho desnivel. Tardamos diez minutos en alcanzar el Mirador de Urriellu, un punto estratégico desde donde es posible avistar el pico Naranjo de Bulnes, que ese día, por cierto, estaba parcialmente cubierto de nubes.
El Naranjo de Bulnes, o pico Urriellu, es una mole de piedra de 2.518 metros de altitud, de solemne belleza, enclavada en el corazón de los Picos de Europa. En torno a él fluyen los ríos Duje, Cares y Tejo.