Fuente Dé |
Nos desplazamos a Liébana de forma rápida, alcanzando San Vicente de la Barquera por la N-634. A partir de Unquera tomamos el desvío a la izquierda por una nueva ruta, la N-621, que remonta el río Deva por un trazado inicial que hace frontera con Asturias.
Y a partir de aquí ya no dejaremos el río Deva hasta su nacimiento, a los pies de los Picos de Europa. La primera parada la efectuamos en La Hermida, un espectacular desfiladero de altas paredes verticales en cuyos alrededores confluyen los ríos Cares y Deva.
Río Deva. La Hermida |
Cascada en La Hermida |
Valle arriba, en la confluencia de los ríos Deva y Quiviesa, se encuentra Potes, hermosa población que está considerada como la puerta de entrada a la vertiente cántabra de los Picos de Europa.
La Pontes romana (aunque es seguro que su topónimo es más antiguo), ofrece al viajero un exquisito patrimonio arquitectónico en un entorno natural único, rodeado de montañas que superan los dos mil metros de altitud. A destacar: los puentes de San Cayetano y de la Cárcel, la torre del Infantado (s. XIV), el torreón de Orejón de la Lama (s. XV) y la iglesia de San Vicente.
A 24 kilómetros de Potes, ascendiendo por el valle del río Deva, se llega a Fuente Dé, un enorme circo glaciar de enormes paredes calizas, cuyas cimas superan los 2.200 metros de altitud y culminan en Peña Vieja, el techo de los Picos de Europa, con 2.613 metros.
Tardamos más de dos horas en montar en el teleférico (inconvenientes de viajar en Semana Santa), pero al llegar arriba fuimos recompensados con un buen manto de nieve. Asomarse al Mirador del Cable y contemplar la caída al vacío fue sensacional, como igualmente reconfortante fue realizar una corta excursión por la nieve recién caída, que durante muchos meses del año forma parte indisoluble del Parque Nacional de los Picos de Europa.
Descendimos a Fuente Dé pasadas las tres de la tarde. No habíamos comido nada desde el desayuno y de regreso a Potes nos detuvimos en Espinama, la primera aldea que apareció en la carretera.
Almorzamos en el restaurante Nevandi, ubicado junto a la carretera. Tomamos deliciosos platos, algunos de ellos típicos de Liébana, como el contundente cocido montañés. Esta calórica ingesta nos vino muy bien para calentar el cuerpo tras el atracón de nieve que nos dimos en los Picos de Europa.
Cocido montañés |
Espárragos con salmón ahumado |
Tras la copiosa ingesta volvimos a la carretera. Descendíamos por el valle del Deba hacia Potes y a mitad de camino, decidimos tomar un desvío a la izquierda que nos condujo, por una estrecha carretera, hasta Mogrovejo, bonito pueblo de alta montaña que constituye un magnífico escenario del macizo occidental de los Picos de Europa.
El pueblo estaba rodeado de un manto verde, y al fondo, más allá de la Torre de Mogrovejo, sobresalían las altas cumbres nevadas de los Picos de Europa. A la entrada de la villa nos recibió una manada de vacas que pastaban ajenas a nuestra intromisión, pues no se inmutaron cuando las inmortalizamos en nuetras cámaras. Parecíamos niños que hubieran escapado de la ciudad por primera vez.
Por último, antes de llegar a Potes, giramos a la derecha por una carretera que llevaba al monasterio de Santo Toribio de Liébana, que desde el siglo VII no ha dejado de ampliarse hasta adoptar su forma actual. El edificio destaca por acoger el tradicional Jubileo Lebaniego.
Qué curioso. Con la visita a este monasterio había completado mi particular romería a los tres lugares santos de peregrinaje que existen en España: Santo Toribio, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz. No está nada mal para un tipo ateo como yo.
Santo Toribio de Liébana |
Santo Toribio de Liébana |