Acantilados de Moher |
Esta ruta comienza en Killarney, en la punta suroeste de Irlanda. Tomamos la carretera de Limerick, la N-21, y en menos de una hora alcanzamos Adare, uno de los pueblos más bonitos de Irlanda, considerado Patrimonio de Interés Nacional.
Casitas de Adare |
Casitas de Adare |
Adare se ha hecho famosa gracias a sus casitas de arquitectura tradicional, que están a la vista en una acera de la carretera principal. En la otra acera pudimos ver el robusto monasterio de la Trinidad, del siglo XIII, con su alta torre de planta cuadrada destacando muy por encima de las diminutas casas.
Casitas de Adare |
Monasterio de la Trinidad |
Tardamos quince minutos en llegar a Limerick, ciudad ubicada en el estuario del Shannon, el río más largo de Irlanda. La urbe, que yo ya visitara años atrás, es famosa por albergar el castillo del rey Juan, una enorme edificación levantada en 1212 junto al río Shannon.
Río Shannon. Limerick |
Castillo de San Juan. Limerick |
Limerick también destaca por su compacto casco antiguo, en el que destacan la plaza de San Juan, que está rodeada de casas adosadas de estilo georgiano, y por la catedral de Santa María (del año 1168), en cuyo interior realizamos una corta visita.
Catedral Sta María. Limerick |
Catedral Sta María. Limerick |
Por la tarde, tras tomar un rápido almuerzo en el bar de un centro comercial de Limerick, marchamos hacia los acantilados de Moher deteniéndonos brevemente en Bunratty. Ubicado al norte del estuario del Shannon, el castillo de Bunratty y el parque temático de Folk Park ya los visité con anterioridad, y en esta ocasión, debido a los altos precios, nadie del grupo me quiso emular.
Todos nos contentamos con contemplar a distancia esta formidable fotaleza, de planta cuadrada, construida en el siglo XV por los MacNamara.
Castillo de Bunratty |
Castillo de Bunratty |
Continuamos por la carretera en dirección a Ennis, y desde allí proseguimos hacia el oeste, al encuentro del océano Atlántico, cuyas aguas alcanzamos en Lahinch. Ahora continuamos por la R478, atravesando un campo de golf ubicado entre el mar y las ruinas del castillo de Course. Parecía algo surrealista, circulando lentamente entre decenas de personas que golpeaban pelotitas en el mejor césped del mundo, con el mar como magnífico telón de fondo.
Campo de golf. Lahinch |
Castillo Course. Lahinch |
A partir de Liscannor comenzamos a ascender por una colina salpicada de vacas multicolor. Moher estaba cerca. Era un paisaje muy bonito, mezcla de un verde fosforito con el azul intenso del mar, un contraste que sólo se ve en países como Irlanda, donde la lluvia es una constante.
Liscannor |
Liscannor |
Por fin, el plato fuerte del día había llegado. Cliffs of Moher, los acantilados más bellos de Europa, con una altura máxima de 120 metros, se exhibían ante nosotros en todo su esplendor y majestuosidad. Recorrimos las sendas que recorren el perfil más abrupto, contemplando en primera persona la espectacular caída, con el mar rompiendo en la base de la roca. Era la segunda vez que los veía, y como suele ocurrir, los admiré con igual devoción que la primera, diez años atrás.
Costa sur de Moher |
Moher |
Asomarnos a los acantilados tuvo como premio un buen remojón, pues una cortina de agua que se aproximaba por las cercanas islan Aran nos atrapó en mitad de la senda. Nos refugiamos de la repentina lluvia tras los muros de la torre de O'Brien, una estructura circular de piedra construida en 1835 como mirador.
Torre O'Brien. Moher |
Torre O'Brien. Moher |
Completamos nuestro paso por Moher con la obligada visita al Centro de Interpretación. En su interior vimos fotos, vídeos, maquetas y leímos explicaciones sobre la formación de estos colosos pétreos.
Las sendas de Moher |
Centro de Interpretación |
Se nos echaba encima la noche. Debíamos partir cuanto antes hacia el Bed and Breakfast que habíamos reservado, que llevaba por nombre Burren View, y que como su nombre indica, debía estar situado cerca de esta enorme extensión de piedra (burren significa "lugar pedregoso").
Atravesamos de sur a norte el Burren, este peculiar paisaje de origen kárstico, y antes de llegar a Ballyvaughan dimos con el Bed and Breakfast Burren View, nuestro alojamiento para esa noche, una casa de fachada blanca, de una planta, que nos pareció el mejor hotel de Irlanda.
El desayuno de esa mañana, basado en el Irish breakfast (salchichas, huevos fritos, beicon, zumo, café...) estuvo a la altura del alojamiento. Muy sabroso, con la cantidad adecuada, tomado en un amplio salón con grandes ventanales...
Bed and Breakfast Burren View |
Bed and Breakfast Burren View |
Ballyvaughan es una pequeña población (menos de 200 habitantes) situada en el condado de Clare, al sur del estuario del río Corrib. No tiene muchos atractivos, uno de ellos fue la estupenda cena de cordero que nos metimos en el Logues Lodge, un pub-hotel exquisitamente decorado a la irlandesa, uno de esos lugares donde puedes ver la televisión o jugar una partida de dardos mientras tomas una pinta de cerveza y en el exterior la lluvia arrecia.
Logues Lodge. Ballyvaughan |
Logues Lodge. Ballyvaughan |
Esa mañana, tras tomar el rico y típico desayuno irlandés, partimos hacia Galway, nuestro último destino de la costa oeste que nos habíamos propuesto visitar.
Seguimos la carretera del litoral y pasamos por bonitas poblaciones marineras, como Kinvara. Al norte de esta villa, divisamos el castillo de Dunguaire, que si bien conserva restos medievales, es una construcción del siglo XVI.
Vacas en el camino. Kinvara |
Castillo Dunguaire |
Nos faltaban un par de kilómetros para llegar a Galway cuando un individuo de origen paquistaní se cruzó en el camino para fastidiarnos la mañana. Un parte de un accidente que no tuvo lugar, con presencia de la policía, y unas horas detenidos bajo una persistente lluvia, fueron suficientes para echarnos abajo los planes iniciales. No nos quedó otro remedio que regresar a toda leche a Dublín para devolver los coches antes de que expirara el plazo de entrega.
Autovía Galway-Dublín |
Autovía Galway-Dublín |