![]() |
![]() Mar Muerto |
Salimos de Ammán por la autopista 15, hacia el noreste del país. Al poco de pasar por la ciudad de Az-Zarqa tomamos las carretera 30 en dirección este, avanzando por una llanura semidesértica plagada de charcos de agua, fruto de las últimas lluvias.
Llegamos al castillo de Al-Azraq poco antes de las diez de la mañana. Samir, el guía, nos dijo que el oasis se había secado hacía tiempo. Antiguamente se utilizaba para abastecer de agua a las caravanas que se movían entre Arabia e Irak, cuya frontera se halla a unos 240 kilómetros de distancia por las carreteras 5 y 10.
![]() Exterior de Al-Azraq |
![]() Exterior de Al-Azraq |
Tardamos media hora en visitar tranquilamente Al-Azraq, el castillo que sirvió de morada al bueno de Lawrence de Arabia. Comenzamos por el patio de Armas, en torno al cual se levantaban las diferentes dependencias.
![]() Patio de Armas. Al-Azraq |
![]() Patio de Armas. Al-Azraq |
Un grupo de turistas salía cuando nosotros accedíamos al interior, por lo que los cuatro estuvimos solos. Vimos el patio, algunas dependencias, enormes puertas de piedra y la habitación donde se supone que durmió Sir Lawrence.
![]() Dependencias de Al-Azraq |
![]() Una puerta pesada. Al-Azraq |
El segundo castillo que visitamos fue el de Amra, ubicado junto a la carretera 40, que une el oasis de Al-Azraq con el sur de Ammán.
![]() Castillo de Amra |
![]() Castillo de Amra |
El castillo se encuentra en mitad del desierto jordano, muy aislado de asentamientos urbanos. Samir dijo que quizá fuera ese detalle el que llevó a los primeros musulmanes que lo habitaron a pintar las paredes con escenas de su vida cotidiana. Se suponía que los musulmanes no pintaban figuras humanas, pero he aquí la excepción que confirma la regla. Samir calificó este proceder como “raro”.
El castillo de Al-Harrana, el último que íbamos a ver esa mañana, también estaba ubicado junto a la carretera 40, a unos diez o quince kilómetros de distancia del castillo de Amra. Se trataba de una fortificación mucho más grande e imponente que los anteriores castillos.
![]() Castillo Al-Harrana |
![]() Castillo Al-Harrana |
El castillo es de planta cuadrada, con altos muros provistos de atalayas desde las que se controla una gran extensión de desierto. En la distancia parecía un inexpugnable búnker. Recorrimos algunas habitaciones para admirar altas bóvedas y curiosos relieves que milagrosamente se conservaban en buen estado.
![]() Interior de Al-Harrana |
![]() Interior de Al-Harrana |
Nuestro siguiente destino del día era el Mar Muerto, cuyas aguas hacen frontera entre Israel y Jordania. Para llegar hasta la orilla jordana u oriental tomamos la carretera 40 en dirección oeste, hacia Ammán.
Esa mañana habíamos visto los castillos del desierto. Por la tarde, a partir de Ammán la carretera 40 se transformó en una sinuosa autovía de dos carriles por sentido. La vía, en un prolongado descenso, unía la capital con el Mar Muerto. Realizamos una breve parada junto a unos letreros que indicaban que a partir de ese punto estaríamos por debajo del nivel del mar.
Tras incorporarnos a la carretera 65, que une el sur con el norte de Jordania y que discurre junto la frontera israelí, nos detuvimos en un control policial. Los guardias se aproximaron al coche y solicitaron nuestros pasaportes, pero al ver que éramos españoles nos los devolvieron sin más.
![]() Al nivel del mar |
![]() Cruce de caminos |
Por fin, a la una y media, llegamos a nuestro destino final: el Club Ammán Beach del Mar Muerto, un complejo que, como pudimos comprobar, estaba destinado en partes iguales a turistas y a jordanos de clase media y alta que se podían costear la entrada. Disponía de un hotel, un par de piscinas de agua dulce, tiendas, vestuarios para cambiarnos (un tanto encharcados), un restaurante (comimos en él) y una playa privada en el Mar Muerto, de la que dimos buena cuenta.
Tras el divertido baño (podías leer el periódico sin hundirte en las saladas aguas), por once dinares, nos embadurnamos todo el cuerpo con barro negro del Mar Muerto, que contiene propiedades beneficiosas para la piel.