El inicio de este circuito exprés por Madrid, a semejanza del que realizamos una semana antes, comienza en la moderna estación de metro de Barajas. El eficiente metropolitano nos condujo, en una hora, hasta la estación de Banco de España, punto de inicio y final de esta interesante ruta.
Esta ruta circular comienza en la calle Alcalá, una de las más famosas de Madrid. La calle fue inmortalizada por Celia Gómez, que desfiló con Las Leandras "por la Calle de Alcalá".
En cinco minutos nos situaremos en la plaza de Cibeles, una enorme redonda situada en la encrucijada de la calle Alcalá con el paseo del Prado y el paseo de Recoletos.
En el centro de la plaza, deslucida y asediada por el intenso tráfico que la rodea, se encuenta la estatua de la Cibeles, diseñada por Ventura Rodríguez en el siglo XVIII. Esta fuente neoclásica representa a la diosa Cibeles en un carro triunfal tirado por dos leones.
En algo más de cinco minutos, avanzando por la calle Alcalá, alcanzamos la plaza que acoge la Puerta de Alcalá, quizá el monumento que más se asocia con la imagen de Madrid.
La Puerta de Alcalá fue construida por Sabatini, en 1778, en la plaza de la Independencia e inmortalizada por Ana Belén en 1986 ("Mírala, mírala"). Y ahí está, con un solo cuerpo, cinco arcos rematados por cabezas de leones y los mordiscos de los cañones de los Cien Mil Hijos de San Luis.
Entramos en el parque del Retiro por su esquina noroeste, se puede decir que la Puerta de Alcalá se abrió para que accediéramos a él. Fuimos a parar a la plaza de Nicaragua, que acoge la singular fuente de los Galápagos.
El parque del Retiro fue creado por el conde-duque de Olivares para distraer a Felipe IV de las ocupaciones del gobierno. Es una isla verde de 130 hectáreas en el centro de la ciudad.
El parque cuenta con jardines, fuentes, templetes, estatuas y un gran estanque, en cuya orilla se levanta el monumento a Alfonso XII.
El Retiro resultó ideal para almorzar tranquilamente en la terraza de un bar. A continuación contemplamos el curioso Palacio de Cristal, levantado para albergar plantas y flores con motivo de la Exposición de Filipinas en 1887.
Atravesamos el parque del Retiro de norte a sur. Escapamos de este pulmón verde por la esquina suroeste, y fuimos a parar a la estación de Atocha y al Monumento a las Víctimas del 11-M, que me emocionó más que la contemplación del edificio ferroviario (yo soy un amante de los trenes).
No entraba en nuestros planes, pero como íbamos bien de tiempo, decidimos visitar el interior del edficio ferroviario. Y es que su fachada de hierro reclama la atención del transeúnte. El primitivo edificio fue inaugurado en 1851 por la reina Isabel II. Un incendio lo devoró y fue sustituido en 1892 por el actual.
Con la llegada de la alta velocidad, el vestíbulo se transformó en un exuberante jardín botánico. Inaugurado en 1992, este jardín tropical está enmarcado por una estructura de hierro y cristal, lo cual contribuye al realce del edificio.
La estructura metálica y cubierta acristalada que cubría los andenes de la estación facilita su uso como invernadero con estanques. El jardín, de 4.000 metros cuadrados, está integrado por más de 7.000 plantas de 260 especies diferentes, procedentes de América, Asia y Australia.
En la estación de Atocha comienza nuestro epílogo del circuito exprés de tres horas por Madrid. Avanzamos por el paseo del Prado, dejando a nuestra derecha el Real Jardín Botánico y el Museo del Prado. Y en unos minutos alcanzamos la plaza Cánovas del Castillo.
En el centro de la plaza veréis la fuente de Neptuno, diseñada por Ventura Rodríguez en pleno corazón del paseo del Prado. El monumento escenifica al dios Neptuno erguido con su tridente, sobre un carro en forma de concha tirado por dos caballos marinos. Enfrente de la fuente veréis la fachada del Museo Thysen.