• Se puede acceder a Guadalest por tres carreteras: desde Nucía (CV-70), desde Callosa d'en Sarrià (CV-755) y desde Alcoy (CV-70).
• La mejor vista panorámica del pueblo la obtendréis desde el mirador situado en la carretera CV-755 (viniendo de Callosa).
• Si queréis alojaros en Guadalest, os recomiendo el apartamento rural Dreams Guadalest, situado en la zona nueva.
• Los fines de semana y en Semana Santa, el aparcamiento escasea. Por unos pocos euros podréis estacionar el vehículo en el parking de pago.
• Guadalest es un pueblo muy pequeño; sin embargo, dispone de tiendas, bares y restaurantes, además de ocho museos y dos castillos.
• El acceso al castillo es de pago y se realiza a través de la Casa Orduña (el precio incluye la visita a esta casa-museo).
• La subida al castillo se realiza por medio de empinadas escaleras. No hay rampas para carritos de bebé o sillas de ruedas.

De los tres accesos por carretera que tiene Guadalest, el que ofrece una mejor vista panorámica de la villa es el de la CV-755, desde Callosa d'en Sarrià. En una curva de la carretera daréis con el Mirador de Guadalest, la atalaya perfecta donde poder detenerse para disfrutar del paisaje.

Guadalest es un pueblo muy pequeño. El circuito por sus principales calles y plazas, incluido el castillo y la Casa Orduña, no debería llevaros más de dos horas. La ruta que os propongo comienza en la calle de la Virgen, junto a la carretera CV-755.

La calle de la Virgen es la principal vía que conduce al roquedo que acoge el núcleo más antiguo de la villa. En ella veréis la fuente, el estanco, tiendas y casas de fachadas blancas que destacan por el enrejado negro de sus ventanas y balcones.

Si vais con niños, no debéis pasar por alto el parque infantil. Desde el mismo parque o desde el tramo de calle que desciende hasta él, tendréis una magnífica panorámica de la torre de la iglesia, que llama la atención por estar en lo alto de una peña, separada del templo principal.

Jardín de las Palmeras

Jardín de las Palmeras

Estilizadas palmeras, un alto roquedo con el campanario blanco y hermosas vistas sobre el valle de Guadalest, configuran la principal y única entrada a la parte alta de la villa. Este rincón del municipio es uno de los más pintorescos y fotografiados.

Al final del Jardín de las Palmeras, cuando te das de bruces con la roca que acoge el campanario, unas escaleras en zigzag os conducirán hasta la entrada al Portal de Sant Josep, la puerta de acceso a la fortaleza o vila, que aún conserva una de las hojas de la puerta.

Escaleras del Portal de Sant Josep

Subida al Portal de Sant Josep

El Portal de Sant Josep es un largo túnel excavado en la roca natural, se trata del único acceso a la parte más antigua de Guadalest, por lo que es de paso obligado. En la fachada se encuentra el antiguo escudo de la vila.

Dos importantes edificios aparecen a la salida del túnel: la Casa-museo Orduña (Museo Municipal) y la pequeña iglesia de la Asunción, del siglo XVIII, que destaca por tener su campanario enclavado en lo alto de un roquedo.

Casa-museo Orduña

Iglesia y Casa-museo Orduña

Guadalest cuenta con ocho museos, y uno de los más visitados —imprescindible si queréis subir al Castillo— es el de la Casa-museo Orduña. La entrada cuesta 4€, e incluye el museo y el castillo de San José. El museo cierra a las 19h y admite visitas hasta media hora antes.

La Casa Orduña o Casa Gran del El Castell de Guadalest fue construida después del gran terremoto de 1644, que arrasó la comarca y asoló las dependencias del Castillo. Fue edificada por la familia de estirpe vasca de los Orduña, que llegaron al Reino de Valencia con el Infante Fortuna de Navarra.

Al gozar los Orduña de toda la confianza de los marqueses, fueron enviados a Guadalest y actuaron casi trescientos años como alcaides de la fortaleza y gobernadores del marquesado.

Las actuales dependencias de la casa se corresponden con el momento de máximo esplendor e influencia de la familia Orduña. La decoración: muebles, cuadros y fotografías de la familia que habitó la casa durante siglos, se adapta a los gustos estéticos de la burguesía de la segunda mitad del siglo XIX.

La casa ocupa un solar irregular. Por el este se apoya y supera las rocas —no os perdáis las vistas sobre el pantano de Guadalest—, y por el oeste da a la iglesia parroquial. Tiene cuatro niveles y una bodega, todos accesibles por diversas escaleras.

El único acceso que existe al castillo de San José es a través de la Casa Orduña, abonando la correspondiente entrada. El tramo inicial se realiza por unas empinadas escaleras. Tened en cuentea que no hay rampas para carritos de bebé o sillas de ruedas.

Superadas las escaleras, iréis a parar a la calle que da acceso al castillo. Antes de acceder al mismo podéis acercaros al Mirador del Calvari, que ofrece buenas vistas del campanario de la iglesia y de la torre del castillo de la Alcozaiba, construido por los musulmanes en el siglo XI.

El castillo de San José se alza sobre un inaccesible peñasco. Su origen es musulmán, del siglo XI, aunque los restos que se conservan son del siglo XII. Tras la reconquista cristiana, pasó a formar parte de la Corona de Aragón.

El hecho de estar construido en lo más alto del roquedo, le otorga al castillo el privilegio de dominar toda la zona, lo que en la actualidad vendría a decir que brinda la mejor vista panorámica del valle de Guadalest.

La salida del castillo se realiza por la plaza de Sant Gregori, equivalente a la plaza Mayor. De forma irregular, la plaza se localiza en lo alto del cortado sobre el que se asienta la parte antigua.

La irregular plaza sigue el borde recortado que se asoma al precipicio, y brinda unas vistas alucinantes de la sierra y el pantano de Guadalest —con poca agua debido a la sequía—. Desde la plaza podréis contemplar la Peña de Alcalá, en forma de aguja y de difícil acceso, que tuvo un uso defensivo.

En la plaza de Sant Gregori se encuentra la escuela, el Ayuntamiento, que acoge las mazmorras, y, situada en el centro, la escultura dedicada a San Gregorio, patrón de Guadalest.

De la plaza de Sant Gregori parte la callecita que sigue el trazado de la antigua muralla árabe. De hecho, se conservan algunos lienzos de murallas en buen estado, especialmente los que circundan la alcazaba y el cementerio, donde se pueden diferenciar torres que se adaptan al entorno natural.

Si algo caracteriza a Guadalest son sus miradores; los hay a patadas, y el de la Muralla no tiene desperdicio, pues brinda una vista sublime del valle de Guadalest, recorrido por el río homónimo, y custodiado por las sierras de Serrella y Xortà.

Completamos el circuito por Guadalest regresando a la carretea CV-755 por la calle Sol. En esta calle vimos tiendas de regalos, alguno de los ocho museos con que cuenta la villa y, sobre todo, disfrutamos de nuevas vistas de infarto.

La visita a Guadalest concluye en el Lavadero público, un lugar que llama al reposo. El agua del caño, fresca y limpia, llena una gran pila blanca equipada con sus zonas de lavado.

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