Pardines. Valle de Segadell |
Ribes de Freser se encuentra a 950 metros de altitud, en la unión de tres ríos: Rigart, Segadell y Freser. Es la última gran urbe en la ruta que conduce a la Cerdaña, tanto por carretera como por ferrocarril (Renfe), y desde que en 1930 se inaugarara el tren cremallera de Nuria, se ha convertido en un maravilloso punto de partida para acometer excursiones por la zona.
La milenaria Ribes de Freser es una encantadora villa surcada por tres ríos, siendo el más importante el que le da nombre: Freser. En la parte baja del pueblo, el Freser está jalonado por un bonito paseo arbolado (Ángle Guimerà), que es ideal para estacionar vehículos. La calle Mayor, que finaliza en la plaza del Mercado, aloja el Ayuntamiento y la iglesia de Santa María.
Al norte del municipio, cerca del río Segadell y la estación del cremallera Ribes-Vila, se encuentra el castillo de Ribes, un edificio en forma de semicírculo de 25 metros de diámetro cuya antigüedad se desconoce. La parte mejor conservada es la torre, con una altura de 18 metros.
El valle de Segadell se abre al este de Ribes. Está rodeado de profundos barrancos y cimas que rozan o superan los dos mil metros de altitud. Su villa más importante es Pardines, que cuenta con la iglesia románica de Sant Esteve. Y un pelín más al este, en el caserío de Puigsac, se localiza la ermita de Santa Magdalena.
Llegamos a Ribes de Freser a las once de la mañana, con tiempo de sobra para adentrarnos en el frondoso y verde valle de Segadell. La carretera se retorcía en varios puntos, con curvas de herradura excesivamente cerradas. El río Segadell serpenteaba por el fondo del valle, pero no pudimos avistarlo.
La carretera finaliza en Pardines, pueblo serrano encaramado a 1.225 metros de altitud. Aquí comenzó nuestro paseo a pie por la villa. Desde la plaza del Ayuntamiento ya pudimos divisar la iglesia románica de Sant Esteve (documentada en el año 988), la más antigua del valle de Ribes, que se caracteriza por estar amurallada. Y desde la calle ubicada en la parte posterior de la Casa Consistorial, contemplamos una fabulosa panorámica del valle de Segadell. Fue lo mejor de Pardines.
Dos caminos conducen a la ermita de Santa Magdalena, el primero parte de Pardines y, según palabras textuales de un lugareño: no os resultará fácil de llegar con el coche. La segunda ruta, más larga, tiene su inicio a un kilómetro de Pardines, en la carretera que conduce a Ribes. A la altura de unos contenedores, deberemos tomar la ruta que lleva a los vecindarios de Pujalt y Puigsac. Se trata de una larga pista de cemento, sumamente estrecha para el paso de dos vehículos, que en cuatro o cinco kilómetros, os llevará hasta la ermita, en Puigsac.
Al pie de la sierra Cavallera, separada de Pardines por el río Segadell, se alza la pequeña iglesia románica de Santa Magdalena. Fue mandada construir por Ramón de Ribes en el siglo XII, si bien fue reformada en el siglo XVIII con el añadido de dos capillas y un portal. En la cara oeste, a través de una larga ventana acristalada, pudimos admirar el curioso edificio. Y girando 180 grados, avistamos Pardines y el valle de Segadés.
Campelles es un minúsculo pueblo que se caracteriza por contar con varios miradores de los valles próximos. Seis kilómetros separan Ribes de Freser de Campelles. La carretera comienza junto a la estación de Renfe de Ribes, compartida con la del tren cremallera. Durante el ascenso, pensando en los devotos de las ermitas románicas, tendréis que prestar atención al cartel que anuncia la ermita de Sant Antoni. En nuestro caso no pudimos visitarla por ir justos de tiempo.
A la entrada de Campelles (pueblo encaramado en una plana a 1.145 metros de altitud) veréis una zona de aparcamiento equipada con carteles informativos, la banderita de rigor y una fuente de agua. Una ruta a pie por la calle Mayor os conducirá hasta los lavaderos y la plaza del Ayuntamiento, donde podréis asomaros a un magnífico mirador del valle de Ribes. Y por una empinada calle llegaréis a la iglesia de Sant Martí, construida sobre la antigua parroquia del siglo XI.