La entrada principal al castillo se encuentra frente al puente de San Angelo, que sustituyó a otro anterior levantado en época del emperador Adriano. Si camináis por la orilla del Tíber tendréis una buena panorámica del río, del castillo y del puente.
El puente de San Angelo es uno de los puentes más bellos de la Ciudad Eterna. Es un forma preciosa de cruzar el río Tíber, mirando sus bellas estatuas, con el mausoleo de Adriano al fondo.
El Castillo de San Angelo (también conocido como Mausoleo de Adriano o Mole Adrianorum) surgió por voluntad del emperador Publio Elio Traiano Adriano (76–138 d.C.) como mausoleo fúnebre para él mismo y para sus sucesores.
Fachada del mausoleo |
Fachada del mausoleo |
Hoy en día es uno de los monumentos del Imperio Romano más visitado, y eso que la entrada no es precisamente barata (cuesta unos 15€), por lo que se ha convertido en uno de los lugares imprescidibles a visitar en Roma.
Es muy evocadora la larga rampa helicoidal de época romana que, partiendo del atrio, da una vuelta completa al edificio, para llegar finalmente hasta la cámara de las Cenizas.
El mausoleo se levantó en la orilla izquierda del Tíber a partir del año 123 d.C., pero Adriano murió en el 138 d.C., antes de que la construcción de su mausoleo estuviese terminada. Fue, por tanto, su sucesor Antonino Pio el que dedicó el sepulcro en el 139 d.C. y trasladó allí los restos de Adriano y de su esposa Sabina.
Cámara de las Cenizas |
Cámara de las Cenizas |
El edificio mantuvo su función funeraria por un siglo más, hospedando también los restos mortales de los sucesores de Adriano hasta tiempos de Caracalla (217 d. C.), con algunas excepciones. En el friso de la fachada frente al río se leían los nombres de los emperadores enterrados en el interior.
Todo el edificio está sólidamente fundado sobre el núcleo original, en torno al cual los Papas del Renacimiento construyeron el palacio (siglo XVI).
Se pueden visitar libremente una gran cantidad de estancias del palacio, decoradas con hermosos frescos de época renacentista y manierista, además de los patios, logias y terrazas, biblioteca, cámara del tesoro, etc.
Uno de los atractivos de la visita al palacio es precisamente su carácter laberíntico. Desde algunas salas, si os acercáis a las vidrieras o salís a las terrazas, podréis relajar la vista contemplando el río Tíber y el puente de San Angelo
Desde la terraza superior se obtiene una de las mejores vistas de la ciudad, además de una perspectiva distinta del propio monumento, con la escultura del Ángel coronando el castillo.
El Ángel del castillo |
Puente de San Angelo desde la azotea |
Se ve muy bien, por ejemplo, el Passetto, el corredor que conecta con el Vaticano (la vía de escape de los Papas cuando las cosas se ponían feas), y los cuatro bastiones defensivos en las esquinas.
De hecho, el mausoleo se encuentra a poca distancia de la Ciudad del Vaticano, enfrente del Campo Marzio. La zona elegida para su construcción, el Ager Vaticanus, era una región suburbana de Roma, destinada a dar cabida a tumbas, jardines, villas aristocráticas y cultos exóticos.