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Diccionario etimológico y toponímico
Atenas. Gélida y caótica   Enero 2020
ETAPA 1: La Plaka I Ágora romana I Acrópolis I Estadio Kalimármaro I Monastiraki I Colina Filopapo I Ágora griega
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En este circuito griego de cinco días, Atenas fue el nexo de unión. A partir del tercer día, un vehículo nos trasladó a hermosos enclaves del país. Pero las dos primeras jornadas las dedicamos a descubrir la capital helena y a realizar alguna excursión desde El Pireo. A diferencia de mis anteriores pasos por Atenas, sumido en un calor pegajoso y rodeado de hordas de turistas, esta vez, junto a mi hermana Raquel, vimos un cariz diferente: montañas nevadas, visitas a los recintos arqueológicos sin agobios... Y me gustó.

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Acrópolis de Atenas


Consejos e información útil

  • Trayectos:
    - Avión: Barcelona-Atenas.
    - Metro: Aeropuerto-Sintagma (10€).
  • Alojamiento: Hotel Hermes (Calle Apollonos de la Plaka).
  • Almuerzo: Restaurante Royal, en la calle Ermou. Especialistas en pitas y souvlakis. Precios económicos.
  • Lo mejor:
    - Visitar la Acrópolis por tercera vez para mí (segunda para mi hermana).
    - Entrada a la Acrópolis a mitad de precio (10€) y pocos turistas en el recinto.
    - La Acrópolis vista desde la colina Filopapo.
  • Lo peor:
    - En invierno, los recintos cierran a las 17h (en algunos de ellos el último acceso es a las 16,45h).



Primer día

1. Vuelo y plaza Sintagma

Despegamos de Barcelona a las 7,30h, con puntualidad. El vuelo a Atenas duró algo menos de tres horas, pero debido a la diferencia horaria, tuvimos que adelantar una hora los relojes. Desde el aire avistamos Sicilia, el sur de la bota italiana y algunas islas griegas del mar Jónico.


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Vuelo Barcelona-Atenas

Aterrizamos en Atenas a las 11,15 (hora local), con los cielos despejados y las montañas cubiertas de nieve. Era una Grecia muy diferente a la que mi hermana y yo habíamos vivido años atrás. Esta vez el calor pegajoso, propio de la región en verano, no nos iba a aguar la fiesta. En la cercana estación de tren aguardamos la llegada de nuestro transporte y a las 12,30 partimos hacia la plaza Sintagma, en el corazón de Atenas.


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Tren Aeropuerto-Sintagma
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Plaza Sintagma


2. Hotel Hermes

Tardamos tres cuartos de hora en llegar (10€) y quince minutos en alcanzar a pie el hotel Hermes, ubicado en la calle Apollonos de la Plaka.


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Hotel Hermes
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Hotel Hermes. Azotea


3. La Plaka

A mediados de enero anochece pronto, así que no perdimos ni un segundo en el hotel. Estábamos en la Plaka, rodeados de monumentos y de edificios históricos. Nos dirigimos a la calle Ermou con la intención de picar algo. De camino vimos la catedral de Atenas (1862), la pequeña iglesia de San Eleuterio (siglo XII) y, en la calle Ermou, la singular iglesia bizantina de Kapnikarea, que parecía estar incrustada en la acera.

Tras un rápido almuerzo pitero iniciamos el ascenso a la Acrópolis. A mano derecha, perfectamente visible desde la verja exterior, contemplamos las ruinas del Ágora Romana, de las que sobresalía el reloj hidráulico de Andrónico Kiristo, monumento en forma octogonal construido en el siglo I a.C.





4. La Acrópolis

En las taquillas me llevé una grata sorpresa: de noviembre a marzo las entradas a los principales recintos arqueológicos griegos costaban la mitad de precio. El acceso a la Acrópolis nos salió por 10€. Era la tercera vez que visitaba la "ciudad alta" ateniense (las anteriores fueron en 1994 y 2002) y no salí defraudado.

La única pega que le puse a la visita fue que el Partenón estaba en obras. De hecho, siempre lo he visto con andamios a su alrededor, imagino que restaurándolo por fases. Cada año arreglan una parte y vuelta a empezar. La Acrópolis es el mejor mirador de Atenas, en esta ocasión con las montañas nevadas. Aconsejo recorrerla pausadamente para poder admirar el teatro Odeón, o el distante templo de Zeus, o el Erecteión (el templo de las Cariátides, si bien las estatuas originales están en museos). Rodear el Partenón, aunque esté revestido de andamios, es otro de esos placeres a los que nunca renunciaré en mis futuras visitas a la capital griega.





5. Dionisos, Adriano y Kalimármaro

Salimos de la Acrópolis por unas escaleras que conducían a la zona baja de la muralla sur, yendo a parar a las ruinas del templo de Asklepios y al teatro de Dionisos (s. V a.C.). Por la calle Dionisio Areopayitu, jalonada de edificios del siglo XIX, penetramos brevemente en la Plaka. Abandonamos el barrio por la Puerta de Adriano (año 131 d.C), una puerta en forma de arco levantada en honor al emperador romano Adriano.

Nos alejamos del centro de Atenas por la avenida Leof Vasilissis, donde se encuentra el principal acceso al templo de Zeus Olímpico u Olimpeión, fundado alrededor del año 515 a.C., y del que sólo quedan unas pocas columnas en pie. Al final de la avenida fuimos a parar al estadio Kalimármaro, construido en 1870 en mármol blanco, en el mismo lugar donde en el año 330 a.C. se levantó el primer estadio. La entrada sólo costaba 2,5€ (reducida), pero eran las cinco y echaban el cierre. Al menos lo vimos bien desde el exterior.

Anochecía mientras regresábamos a la Plaka. Las calles peatonales del barrio estaban un pelín desangeladas, con pocos turistas ojeando los escaparates de las tiendas de regalos. En una plaza poco iluminada vimos la linterna de Lisícrates (334 d.C.), un monumento dedicado a un acaudalado ciudadano griego. Cenamos pronto, en un local de la plaza Monastiraki que nos brindó una imagen maravillosa de la Acrópolis iluminada.





Segundo día

1. Colina Filopapo

Atenas, como Roma, también cuenta con un buen puñado de colinas. La más próxima a la Acrópolis es Filopapo, con sus laderas cubiertas de pinos y un laberinto de caminos que conducen a monumentos con siglos de historia. Atacamos la colina desde la Plaka, por el mismo camino que conduce a la entrada de la Acrópolis.

Nos detuvimos brevemente en el mirador-roquedo ubicado a los pies de la Acrópolis, que nos brindó una imagen sorprendente de Atenas. Luego nos aproximamos al inicio de la calle adoquinada que lleva a Filopapo. Unos metros más adelante, a la altura de la iglesia bizantina de Demetrios Loubardiaris (1648), giramos a la izquierda y comenzamos a ascender por una senda pedregosa. Transcurridos 10 minutos alcanzamos el monumento de Filopapo, levantado en el 114 d.C. tras la muerte del senador romano Julio Filopapo. Junto a él se encuentra el mirador de Filopapo, con una de las vistas más maravillosas de la Acrópolis y el sur de Atenas. Valió la pena el esfuerzo.





2. Ágora griega

Descendimos de la colina por la calle Apostolou Pavlou, en dirección a Thisio. Llegados a la vía de metro dimos con la entrada al Ágora griega, fundada en el siglo VI a.C. y considerada como el corazón de la ciudad durante 1.200 años. La entrada también estaba a mitad de precio: 5€.

Recorrimos el Ágora sin apenas turistas, con temperatura fresca. Nada que ver con la última vez que la visité, en un mes de julio del año 1994. Las calles del recinto estaban jalonadas de ruinas de edificios como el tholos o el odeón de Agripa, con sus tres estatuas dándonos la bienvenida. En la parte alta del Ágora vimos el templo de Hefesto, el templo clásico mejor conservado de Atenas, dedicado al dios del fuego y a Atenea. En el lado opuesto, junto a la muralla, visitamos el museo del Ágora, ubicado en el interior del Estoa de Attalos, una impresionante estructura de dos pisos de altura levantada en el 138 a.C.





3. Monastiraki

Abandonamos el Ágora y por la calle Adrianou, plagada de restaurantes y que ofrece una fantástica vista de la Acrópolis, llegamos a las ruinas de la biblioteca de Adriano, levantada por orden del emperador romano Adriano en el año 132 d.C. Rodeamos el recinto por el exterior, para contemplar columnas, el patio y los huecos de mármol que guardaban los rollos manuscritos.

Completamos la vuelta alrededor de la biblioteca y fuimos a parar a Monastiraki, una de las plazas más emblemáticas de Atenas. De aquí parten las calles del mercadillo de Monastiraki, repleto de tiendas de antigüedades y baratijas. La plaza alberga una iglesia, restaurantes y, en su centro, acoge prácticos kioscos. En un extremo se encuentra la parada de metro que, en media hora, une el centro de Atenas con el puerto de El Pireo, nuestro siguiente destino de la jornada.





Último día

1. Atenas

El vuelo a Barcelona despegaba a las 12,30 horas y teníamos que estar en el aeropuerto ateniense un par de horas antes, lo que hacía prácticamente imposible realizar visitas de última hora.

Desayunamos pronto en el hotel Hermes, abonamos la estancia en recepción y partimos raudos, bajo una fina lluvia, hacia la cercana plaza Sintagma. En nuestra estancia en la capital, habíamos visto siempre esta plaza en día laborable, atiborrada de atenienses que iban y venían de la céntrica calle Ermou. Ese sábado, en cambio, apenas había transeúntes. Eché en falta el bullicio propio de Atenas cuando enfilé escaleras abajo por la boca del metro.


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Plaza Sintagma
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Plaza Sintagma

Adquirimos los billetes al aeropuerto (10€ cada uno) y partimos en la línea 3 del suburbano. Nos apeamos al final de la línea, en Doukissis Plakentias, y sin cambiar de andén, aguardamos 10 minutos hasta que llegó el tren del aeropuerto. Finalmente, cubrimos todo el trayecto en 45 minutos. Lo que habíamos previsto.

Lo que no habíamos previsto fue los cinco controles que tuvimos que pasar en los pasillos del aeropuerto para acceder al avión. Fueron excesivos. En todos ellos tuvimos que mostrar DNI y el código de embarque que llevábamos en el móvil. No quise imaginar qué habría pasado si me hubiera quedado sin batería. Por eso recomiendo que llevéis los códigos de embarque en dos móviles, o en su defecto, imprimidos en una hoja. Nunca se sabe qué puede pasar con el móvil.


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Parada Doukissis Plakentias
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Parada Doukissis Plakentias


2. Barcelona

El vuelo a Barcelona duró tres horas justas, dos si tenemos en cuenta que tuvimos que retrasar una hora el reloj. Al aproximarnos al aeropuerto de El Prat, el avión voló frente al litoral catalán, ofreciéndonos una fantástica panorámica de la Ciudad Condal, con el puerto y las playas en primer término.


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Barcelona
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Barcelona

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