Algaida se encuentra a pocos kilómetros de la bahía de Palma. Es una población que ha sabido mantener su ancestral estilo de vida, al margen del turismo de masas. La casa rural se encontraba aquí, rodeada de almendros, sin guiris ni domingueros en mutros metros a la redonda. Fue el lugar ideal para disfrutar de una maravillosa semana en Mallorca.
Casa Borrassos |
Casa Borrassos |
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Mi tercer paso por Mallorca tuvo como aliciente el poder arribar a la isla en barco, en compañía de mi familia al completo, con el coche a bordo para gozar de la isla a nuestro antojo, como así fue. El alojamiento fue excepcional, muy cerca de Palma y del centro de la isla, a tiro de piedra de las principales calas y poblaciones.
Embarcar el coche en Barcelona, en pleno mes de agosto, fue un poco tedioso por las largas colas que tuvimos que soportar. Pero una vez nos situamos en la cubierta, pudimos gozar con esa típica imagen nocturna de la Ciudad Condal, con la estatua de Colón iluminada y la Rambla en pleno apogeo de turistas.
Embarque en Barcelona |
Puerto de Barcelona |
Una semana en Mallorca en plan relax era lo que me había propuesto acometer antes de que el barco zarpara de Barcelona, y en parte lo conseguí. Casa Borrassos era una maravilla, aislada de poblaciones, de carreteras, de aeropuertos y de guiris bulliciosos.
La casa nos proporcionó a los trece integrantes de este viaje el descanso que necesitábamos y, debido a su genial sitiuación, nos brindó la oportunidad de conocer bellos rincones de la isla.
El regreso a Barcelona desde Algaida tenía el aliciente del barco, una travesía diurna de seis horas surcando el Mediterráneo. El punto de partida era el puerto de Alcudia y la hora, a primera hora de la tarde, poco propicia para aguantar dentro del coche el sol que caía a plomo.
El barco abandona Mallorca navegando por las tranquilas aguas de la bahía de Alcudia y en breve se aproxima al farallón rocoso que constituye cabo de Formentor, o lo que es lo mismo, navega junto a las últimas estribaciones de la sierra de Tramuntana. En pocos minutos rodeamos los altos acantilados de Formentor, emplazados en el extremo más septentrional de Mallorca. Desde el navío contemplamos el faro y poco después también divisamos otro cabo importante, el de Cataluña.